Carmen Pacheco

“Tal vez porque las promesas más importantes en nuestra vida son aquellas que nunca se pronuncian en alto, que no se gritan ni se declaran, que se formulan íntimamente, y que una vez cumplidas nos colman de una secreta y profunda felicidad mucho más auténtica y perdurable que cualquier otro tipo de gloria.”

“Soñó que paseaban por un extraño bosque de papel donde las hojas de los árboles eran cartas escritas por gente que había muerto hacía mucho tiempo.”

“Era como si el reloj de pared se avergonzara o fuera consciente del horror de su cometido al marcar el paso del tiempo, arrebatando segundo a segundo la vida de los que, ajenos a ellos, tomaban tranquilos un café en la sala.”

“Se sentía como si estuviera revolviendo en un basurero, pero no había traje protector ni máscara aislante que salvara a sus ojos del horror de la escritura sms-gráfica y las faltas de ortografía.”

“Las promesas más importantes en nuestra vida son aquellas que nunca se pronuncian en alto, que no se gritan ni se declaran, que se formulan íntimamente, y que una vez cumplidas nos colman de una secreta y profunda felicidad mucho más auténtica y perdurable que cualquier otro tipo de gloria.”

“Las gotas de lluvia se arrastraban por el cristal vacilando indecisas, cambiando súbitamente de trayectoria como lágrimas perdidas.”

“Y no dejó a las lágrimas salir por mucho que le quemaran, le dolieran en los ojos, porque llorar iba a hacer que todo pareciera mucho peor.”

“El agua de la ducha cayó sobre su enfado diluyendo los últimos restos de sueño, que se colaron por el sumidero”