Naci y vivo en Brasil. No en el Brasil de los folletos de turismo sino que en el sur del Brasil, con sus mañanas de niebla, bosques de pinos e inviernos en que hace mucho frío.
Soy una amante de la lectura, no puedo ver una letra sin leer. La novela romántica me fue presentada por mi madre, una enamorada del género, cuando yo tenía diez años. He leído toda clase de literatura —cogía los libros de la biblioteca en la secuencia de las estanterías, aunque no llegué a la Z… he parado en el T —, pero la novela romántica es mi preferido. Tengo un cariño especial por Barbara Cartland que en sus libros apuntaba que el amor cambia la gente y el mundo para mejor. Creo en eso y que nuestros problemas empiezan en la falta de amor, de todas las clases de amor.
Desde hace 23 años soy maestra en Jardín de Infancia, el mismo tiempo que llevo escribiendo novela romántica. La diferencia es que he dejado de escribir por muchos años, pero nunca he dejado de dar clases.
Tengo una rutina para escribir, necesito planear todo, si no lo hago nunca llego al fin de nada. Hay cientos de cosas sin terminar en mi vida. Todos los días después de cenar me pongo delante de la ordenadora por una hora y media como mínimo para escribir. Para cada libro, hago una selección de músicas que me hacen pensar y sentir la historia y los protagonistas. Escribo escuchando esas músicas, generalmente instrumentales.