“La relación es evidente. Sube la publicidad, baja la poesía. Las personas capaces de escribir poemas musicales, emocionantes, conmovedores, son muy pocas. Cuando fue posible obtener excelentes entradas aplicando el talento lírico a la publicidad, la poesía quedó en manos de unos chiflados sin inspiración que gritan para hacerse oír y tratan de distinguirse con actitudes excéntricas.”