“No cuesta imaginar a esta porteña diplomática de veinticinco años, enfundada en su inmenso abrigo de piel, caminando por las veredas del parque Gorki, a orillas de sus lagos, del canal del río y por los empinados senderos. No cuesta imaginar el orgullo que sintió y la emoción de lo familiar ante tanta extrañeza, la primera vez que escuchó el Himno Nacional de Venezuela en un acto público (le fascinaba contarlo), así como el agotamiento y malestar que padeció durante los nueve meses que estuvo en Moscú.”
“...el poeta precisa silenciar su yo, soportar esa pérdida inicial y entregarse sin escamoteos personales ni ardides retóricos al misterio poético.”
“Mi querida prima de ojos azules:Hoy amanecí loca, y como todas las personas fastidiosas y tontas, he decidido obsequiarte con mi locura y mis disparates; yo sé que será una lata horrible, pero ya no se puede remediar nada porque ya empecé la carta y te la pienso mandar.Ante todo, siento ganas de hablar contigo sobre versos y poemas, pero no aquí, en la ciudad llena de bullicio, entre las calles plenas de algarabía, sino allá, en Los Teques, en el pueblo dulce y bueno con su iglesia blanca y tibia, con su plaza festiva.¿Cómo estás? ¿Cómo tienes el pelo? ¿Muy rubio? ¿El pelo de oro y diamantes como el de las princesas encantadas y las ninfas del día? Di que lo tienes rubio porque el sol te regaló uno de sus más claros destellos y los crisantemos decidieron perfumártelo y engalanártelo con el mejor de sus perfumes. ¿Te fijas? ¡No puedo hablar sin salir a buscar frases tontas y barbaridades!Reciban besos y abrasos de la poetisa:Ida y Vuelta”