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Noe Casado

No me gusta hablar de mi misma, me da un poco de corte, pero allá voy.

Nací en Burgos, donde sigo residiendo y donde trabajo en la empresa familiar; haciendo de casi todo pero donde tengo un pelín de libertad para mis cosas. Algún día descubriré que es eso de conciliar la vida familiar y la vida laboral.

Me aficioné a la lectura en cuanto acabé el instituto y dejaron de obligarme a leer. Recuerdo que 'El perfume' fue el último libro que me mandaron leer y que me aburrió sobremanera. Empecé con la novela histórica y un día de esos tontos me dejaron un libro de romántica y de ahí, por casualidad, me enganché. Y de qué manera. Todavía conservo muchos de los primeros libros que compré, aunque ahora, con los años, muchos de ellos me resulten chocantes. Con el tiempo, inevitablemente, una se vuelve más selectiva.

Vivía en mi mundo particular hasta que internet y los foros de novela obraron el milagro de poder hablar de lo que me gusta con más gente, compartir opiniones y así, a lo tonto, pues aquí estamos. Me encantaba escribir reseñas y así empecé a contactar con otras foreras, a conocernos y a hablar de todo.

Durante mucho tiempo escribía cosas sueltas, relatos, que siguen por ahí a la espera de darles el último retoque. Hasta que alguien muy especial me animó a ponerme a escribir en serio y a moverlo por las editoriales. Y he aquí el resultado.

De todas mis obras siempre preparo un montaje con imágenes y música; todos estos booktrailers están colgados en mi blog.


“—¿Qué has hecho? —preguntó al ver cómo ella tiraba los documentos de su acuerdo partidos por la mitad al suelo.—Parece mentira que no me conozcas. Yo improviso, querido, jamás se me ocurriría avisarte por adelantado de qué va a pasar el día de tu cumpleaños o de cómo vas a tener que vestirte el día de nuestro aniversario.Él sonrió; joder, debería habérselo imaginado.”
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“—Pues no, y he tomado una decisión. No voy a poder vivir con vosotros si os dedicáis a meteros manos. Puaj, qué asco. Quita, quita.—Pero ¿qué dices?—He decidido que ahora, yo, de forma voluntaria, me voy a un internado de ésos. Con tal de no veros más...Dicho lo cual salió por la puerta y la cerró tras ella.—Al final me da la razón —arguyó Thomas, contento.”
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“—¿Se puede saber por qué cojones tardáis tanto? —interrumpió una voz.Thomas no se sorprendió al verlo entrar, pero lo que le sentó como una patada en los huevos fue ver a Olivia empezar a babear.—¡Ay, Dios mío! ¡No me lo puedo creer! ¡Ay, que me da algo!—Tranquila mujer —murmuró Nicole a su lado.—¡No sabes la ilusión que me hace conocerte!—Me parece muy bien —dijo Max sorprendido ante su efusividad.Olivia, ni corta ni perezosa, le plantó un par de besos. Y después, para sufrimiento del abogado, se acercó, no para situarse junto a él, no, para pedirle con todo el descaro del mundo su móvil ultramoderno y sacarse fotos.—Es una oportunidad única —se justificó sonriente, mientras Nicole hacía las fotos—. Si no es mucho molestar, ¿me puedes firmar un autógrafo?—Joder, ver para creer —masculló Thomas, cada vez más molesto.—Por supuesto —accedió Max, que parecía más que acostumbrado a esas cosas.—Aquí. —Apartó el cuello de su camiseta, dejando libre una considerable porción de piel sobre su pecho izquierdo—. Una firmita aquí, ya verás cuando lo cuente. —Y para mayor enfado de Thomas agarró un rotulador indeleble y se lo dio.”
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“—Por cierto, antes de que se me olvide. —Él rompió el silencio—. Creo que debería decírtelo, es algo que no puedo ocultar y que acabarás por enterarte.Ella se inquietó, por la forma en que lo decía no podía presagiar nada bueno. Lo miró en silencio, esperando que, fuera lo que fuese, no cambiara las cosas.Pero él parecía más ocupado en excitarla y no podía concentrarse si estaba pensando en lo que tenía que decir. Pero es que sus manos... sus manos estaban por todas partes, presionando un pezón, acariciando sus labios vaginales... Por no hablar de su boca, que la besaba en el cuello, en el hombro... Oh, qué delicia.Pero esa inquietud hacía que no pudiera disfrutar al cien por cien. Colocó la mano sobre la de él para detenerlo.—¿Qué eso tan importante que tienes que decirme?—Bah, nada, poca cosa. —Él intentó de nuevo meter la mano entre sus piernas.—¡Habla!—Pues nada, que te quiero —dijo él con ese tono pedante, como si dijera la hora.Ella se quedó inmóvil al escucharlo. ¿Cómo podía ser tan retorcido? Aunque... era «su retorcido» y lo quería por eso; así que sonrió, le dio acceso y buscó una réplica contundente.—Sólo tú puedes decir algo importante de forma tan enrevesada —le respondió alegre.”
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“—Buenos días. ¿Interrumpo algo? —saludó la abogada.—Joder... —murmuró entre dientes Thomas—. No me lo puedo creer.—¿Has venido sola? —preguntó Olivia, saludándola con dos besos.—No, Max está abajo renegando y aparcando.—Oh, ¿de verdad? ¿Y va a subir? Lo digo porque me encantaría conocerlo y que me firmara un autógrafo y que...—Creo que alguien se está poniendo celoso...—Pongámonos a trabajar —dijo el novio celoso.—No te pongas así, pichurri —canturreó Olivia para molestarlo.—Empecemos, por favor —insistió Thomas señalando los asientos.”
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