“En Nueva grandeza mexicana (1946), uno de los ensayos más ingeniosos sobre la ciudad de México, Salvador Novo considera que toda ciudad moderna debe elegir uno de dos destinos posibles: o extinguirse y mantener intacta su arquitectura (como la ciudad maya de Chichen Itzá); o pertenecer viva, transformándose y renovándose constantemente. Las ciudades y sus habitantes, escribe Novo, “se enfrentan por inescapable determinismo a un incómodo dilema: o la cripta honorable o la vida imprevisible: o la momia o el hombre: o el museo o la urbe”. Hasta ahora la ciudad de México ha logrado mantenerse viva y evitar el destino de tantos otros centros urbanos menos afortunados, que se han convertido en museos al aire libre o en meras atracciones turísticas sin vida propia. “A diferencia de Teotihuacán” escribe Novo, “ha sido el destino de México sobrevivir a costa de transformarse”