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Silvia Hervás


“—¿No te da asco? —preguntó ella.—Un poquito. —Él le sonrió—. Pero después de mis propios mocos, los tuyos son los que menos asco me dan del mundo.”
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“— Kelsey, ¿entiendes que… te quiero?Más y más silencio. Ambos en un mundo paralelo, lejos de todos los demás. Kelsey tragó saliva despacio y advirtió que estaba a punto de llorar.— Sí.— Entonces lo entiendes todo —concluyó James.”
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“[…] Lentamente, casi con miedo, acercó su mano hacia la de ella, rozó sus dedos, notó el tacto frío y finalmente supo que a esas alturas poco o nada podría negarle a Kelsey. Porque era lo más diferente a él y al mismo tiempo lo más cercano y bonito que jamás había tenido.”
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“James tenía muy claro que debía acostumbrarse a ciertas actividadeshabituales de las que Kelsey disfrutaba, pero esperaba a cambio que ellatambién intentara valorar su modo de vida. Así pues, el siguiente deseo deJames consistía en acudir al centro comercial y hacerle sombra a la películaPretty Woman con Kelsey de protagonista principal. —James, de verdad, no necesito comprarme ropa.—Te aseguro que lo que acabas de decir es una mentira como una catedral. —La miró de arriba abajo descaradamente—. ¡Algún día tendrás que venir a Londres y visitar mi hogar!—¿Y…?—Pues que no podrás ir vestida como una liberal cualquiera. —Suspiró—. No te estoy pidiendo que cambies tu forma de vestir, te pido que amplíes tuarmario y no te cierres ante nuevos horizontes —matizó, haciendo un granesfuerzo por contenerse y no gritarle de golpe que sencillamente cuando fuesea Londres debería seguir un protocolo y tirar todos los trapos que solía llevar.”
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“James se debatió entonces entre seguir su instinto de supervivencia y huirde allí o lograr que una ilusión de Kelsey se cumpliese. Lentamente, casi conmiedo, acercó su mano hacia la de ella, rozó sus dedos, notó el tacto frío yfinalmente supo que a esas alturas poco o nada podría negarle a Kelsey. Porqueera lo más diferente a él y al mismo tiempo lo más cercano y bonito que jamáshabía tenido.”
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“La curiosidad la empujó a hacerse una pregunta: ¿hasta qué puntoconocía ella al verdadero James? Apenas sabía nada de su pasado y todavía no entendía el entorno en elque había crecido… pero sí sabía una cosa de James: era humano. Porque, alfin y al cabo, solo un humano puede ser tan cabrón como para engañar a supareja.”
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“—Y ahora, mi querida Kelsey, es hora de hacer la cena —anunció, conuna enigmática sonrisa en su rostro—. Yo supervisaré que todo salga bien;¡venga, andando!, ya basta de vaguear. —¡Serás…!—¿Qué soy, Kelsey? —preguntó, con un deje amenazador en la voz.—Eres sencillamente… adorable —masculló ella.—Gracias.James se dirigió hacia la escalera, y Kelsey se levantó dispuesta a seguirle. No tenía otra opción.—Capullo. Eres un capullo, eso quería decir —añadió en un susurro que el inglés no llegó a oír.”
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“¡La hostia!, ¡mira qué bien se lo montan algunos!James dio un respingo, sorprendido, y se apartó rápidamente del cuerpo de Kelsey para hacerse a un lado. Marcus, acompañado por otros dos jóvenes,les miraba sonriente apoyado en el marco de la puerta. —Joder con tu hermanita… —objetó uno de sus amigos entre risas.—¡Oye, esto no es lo que estáis pensando! —logró gritar Kelsey, avergonzada. Se puso de pie y comenzó a sacudirse las ropas.James, todavía confuso, imitó sus movimientos.—Ah, ¿no? —Marcus sonrió ampliamente—. ¿Estudiabais anatomía?—¡Cállate ya! —se quejó Kelsey. Después se giró resentida hacia James, apretando los puños—. ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Te odio! —exclamó, antes dedesaparecer escaleras arriba hacia su habitación.”
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“—Pues tampoco está tan mal… —comentó James en voz alta.—¿Qué es lo que no está tan mal?Sorprendido, dejó caer el sujetador al suelo. Era Kelsey, que le observaba con atención a apenas dos metros de distancia. Estaba de brazos cruzados y, ajuzgar por la agria expresión de su rostro, seguía cabreada. —Decía que…, nada, que no está tan mal esto de tender la ropa —mintió.—Me alegra. Espero que te sirva de lección y lo hagas más a menudo.—No lo dudes —añadió, esforzándose por no reír.—¿Sabes?, hoy estás un poco raro.—Así soy yo: raro y exclusivo —aclaró.—No eres exclusivo en el buen sentido de la palabra, James. En todo caso serías… repulsivo.James frunció el ceño, molesto.”
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“—¿Ya has comprado mi regalo? —preguntó emocionado.—¿Se puede saber por qué has tardado tanto? Estoy cansada de esperarte. Ya he visto todo el centro comercial.James ojeó las bolsas, ignorando sus palabras. Le encantaban los regalos, especialmente cuando eran para él. Se frotó las manos.—¿Qué es? ¿No piensas decírmelo?—No sé de qué demonios me hablas.—¡De mi regalo! ¡Vamos, Kelsey, vamos, dámelo YA!La zarandeó de un lado a otro, mirándola fijamente.—En serio, estás fatal. Eres un enfermo.—Vale, pero este (atractivo) enfermo quiere saber qué le has comprado.—¿Y tú? ¿Qué me has comprado a mí? —Kelsey se encaró con él, alzando los hombros.—Nada.—¿Nada? ¡Serás desgraciado!”
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“—Pero ¿qué…? ¡Ah, quita, chucho, quita! ¡Hijo de putifer!James dio un paso a atrás. Sollozó. Aquello era demasiado. El perro acabó de hacer sus necesidades y se fue corriendo escaleras arriba.—¡KELSEY, KELSEY!Kelsey entró asustada en la cocina. Se esperaba lo peor.—¿Qué te pasa ahora, borracho?—¡ME HA MEADO! Tu asqueroso perro se ha meado en mi pierna. Kelsey no pudo evitar reír por lo bajo. Alzó una mano, despreocupada.—Tranquilo, solo está marcando territorio. —Soltó una brusca carcajada y pestañeó en exceso—, ahora eres suyo, James, eres suyo.”
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“—No estás bien de la cabeza. Es una película, no hace falta que teidentifiques con ningún personaje en concreto. Simplemente, mírala y cierra laboca —le reprochó Kelsey. Wisky apareció en el salón meneando la colita. Kelsey lo cogió entre losbrazos para subirlo al sofá. —Quita a ese chucho de mi vista —exigió James.—Tiene los mismos derechos que tú.Kelsey lo posó sobre el sofá, y el inglés clavó sus ojos amenazadores en el animal.—… Además, me han contado que anoche estuviste de fiesta con él —añadió Kelsey.—Anoche pasaron muchas cosas que no recuerdo —aclaró James, contrariado.”
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“—Hagamos un pacto —le pidió—. Si tu amiga loca intenta desnudarmeme defenderás. No puedes dejarme solo. —¿Y qué recibo yo a cambio de protegerte?—¿Es que no puedes conformarte con mi cara bonita? —le reprochó James, señalándose el rostro.—El trato no me convence, lo siento. —Se encogió de hombros.El inglés se inclinó hacia ella peligrosamente.—Tu madre dijo que teníamos que ser como uña y carne —le recordó—. Yo seré la carne, obviamente es más suave. Tú serás la uña sucia. Tenemos queobedecer a la señora Graham. —¡Ni en tus mejores sueños! Me da absolutamente igual lo que mi madrediga.”
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“—El tío James es un gruñón —le explicó Kelsey al perro después de queeste le diese un húmedo lametón—. Se hace el duro, pero después de un par dedías contigo ya verás cómo acaba rendido a tus pies… El perro ladró feliz, como si comprendiese las palabras de Kelsey mientrasmovía frenéticamente el rabo. James dio varios pasos hacia atrás.—¿Cómo que un par de días? —preguntó, acalorado por la cantidad deemociones negativas que se agolpaban en su interior. Kelsey le miró confundida.—¡Hombre, no lleva collar, parece que no tiene dueño! Y está solito… —Dedicó un puchero al animal mientras le daba mimos. El perro gimoteóagradecido. Después Kelsey le dirigió una desagradable mirada a James—.Además, si te hemos recogido a ti, ¿cómo no vamos a acoger a este perro, quees más adorable y simpático que tú? El animal le lamió de nuevo la mejilla derecha. James miró asqueado lafeliz escena. —¿Acabas de compararme con un perro?”
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“James se disponía a contestar el último comentario de Kelsey cuando oyóun extraño ruido en la cuneta. Se giró sobresaltado. —¿Qué ha sido eso? —preguntó señalando la maleza. —¿Un oso, un lobo, un tigre…? —Kelsey sonrió con ganas—. ¿Qué pasa, tienes miedo? James le dirigió una mirada sombría. —Tranquila, después de haberos conocido a ti y al resto de tu familia ya no tengo capacidad para temer nada más —dijo—. Con el día de hoy ha sido más que suficiente.”
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“—Señora Graham, ¿le importaría disculparme? Quisiera darme una ducha rápida —pidió educadamente. Ella le sonrió con ternura.—¡Claro que sí, cariño! —exclamó—. Las toallas limpias están en el mueblede abajo —le indicó.—No se preocupe, traigo mi propio juego de toallas de rizo y algodón puro, cien por cien natural —sonrió tímidamente—. Es que, ¿sabe?, tengo la piel muy sensible. Kelsey rió a carcajada limpia y apoyó una mano en el hombro de la señora Graham, balanceándose ligeramente. —¡Dios, mamá! ¿Dónde encargaste a este engendro?, ¿en eBay?”
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“Apenas pasaron cinco minutos cuando una imprevisible ráfaga azotó su nariz. El olor era fuerte e insistente, como si se hubiese sentado al lado de un cesto lleno de huevos podridos. Kelsey no tuvo tiempo de detenerle cuando james giró lentamente la cabeza hacia la distraída mujer.-Perdone…-le dijo-, pero su hijo huele a materia orgánica sucia. Muy sucia.-¿Qué? - preguntó la mujer, confundida.- Excremento – aclaró, tapándose la nariz con los dedos -, desecho, caca, mierda. El niño huele a mierda, señora.”
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“—Vamos a estar juntos —le susurró al oído. Kelsey se calmó poco a poco, con el rostro escondido en su pecho—. No importa la distancia; así, cuando nos veamos, tendremos más ganas de intentar matarnos el uno al otro —Sonrió al oír que ella empezaba a reír—, seguro que todo saldrá bien.”
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