“La muerte será mi suprema protesta contra un mundo de lágrimas y sangre. Si me encontré a la altura de la protesta humana contra la violencia, que la muerte corone mi obra con la pureza de la vida.”
“Esta vida que me devora no la hubiera conocido completamente, y lo que me horroriza en la muerte es la certeza que me traerá de que mi vida ha sido consumida sin mí. Al margen, ¿comprende?”
“Esta muerte que había mirado con el enloquecimiento de una bestia, comprendía que tener miedo de ella era tener miedo de la vida.”
“No haría de mi vida una experiencia. Sería la experiencia de mi vida.”
“Cada vez que pienso en este camino de dolor y de alegría dentro de mí, sé bien, y con que arrebato, que la partida que juego es la más seria, la más exaltadora de todas.”
“No se vive más o menos largamente feliz. Se es feliz. Punto final. Y la muerte no impide nada -es un accidente de la felicidad en este caso.”
“Entre mi colchoneta y la tabla de la cama, había encontrado, en efecto, un viejo pedazo de periódico casi pegado a la tela, amarillento y transparente. Relataba un suceso cuyo comienzo faltaba, pero que debía haber acontecido en Checoslovaquia. Un hombre había salido de una aldea checa para hacer fortuna. Al cabo de veinticinco años, había regresado, rico, con una mujer y un niño. Su madre regentaba un hotel con su hermana en la aldea natal. Para darles una sorpresa, dejó a su mujer y a su hijo en otro alojamiento y fue al hotel de su madre, que no lo reconoció cuando entró. Por broma, tomó una habitación. Había dejado ver su dinero. Durante la noche, su madre y su hermana lo asesinaron a martillazos para robarle y arrojaron su cuerpo al río. Por la mañana vino la mujer y reveló sin darse cuenta la identidad del viajero. La madre se ahorcó. La hermana se arrojó a un pozo. Debí de leer esta historia miles de veces. Por una parte, era inverosímil. Por otra, era natural. Me parecía, de todos modos, que el viajero lo había merecido un poco y que nunca se debe jugar.”