“Cristianno Gabbana jamás pedía disculpas y, sin embargo, allí estaba, haciéndolo. En aquel momento parecía tan débil, tan perdido, que mis ojos le miraron con ternura. Me sentía una privilegiada porque me dejase ver aquella parte de él.”
“Estaba segura de que debía ser un hombre feo, tal vez enfermo o contrahecho, porque le parecía imposible que una sensibilidad tan profunda y una inteligencia tan precisa se sumara un aspecto atrayente.”
“—Ella solía describirme esta clase de paisajes. Le gustaba dibujarlos, pero llegó un momento que siempre pintaba los mismos cuadros. Me dijo que se debía a que estaba atrapada en la melancolía y por tanto su corazón sólo visualizaba los paisajes que ya había conocido. Decía que si visitaba lugares nuevos, quizás podría curarse, pero estaba tan débil que no parecía capaz de soportar un viaje tan largo. Si hubiese sido lo suficientemente valiente, yo mismo la habría llevado a donde ella quisiera, sin embargo fui un cobarde… (Idril)”
“Por desgracia, él no se conformaba con besarme, siempre quería meterme la mano por debajo del jersey. Yo no se lo permitía porque pensaba que ya había tiempo para eso. Una opinión que él no compartía. Por eso, en una fiesta de confirmandos, metió la mano debajo del jersey de otra, justo delante de mis ojos. Y el mundo que yo conocía acabó en aquel momento.”
“El cielo está tan alto, y mis ojos tan sin mirada, que vivía contenta con saber dónde quedaba la tierra.”
“Su presencia era tan malvada... Allí, sentado con indolencia, mientras se pasaba la mano con descuido por los negros cabellos y la taladraba con aquellos plateados ojos, parecía tan magnífico que podría pasar sin esfuerzo por el mismísimo Hades esperándola en el trono a su llegada al inframundo.”