“Si alguien me hubiera advetido de lo que dolía el amor, hubiera evitado enamorarme de ella. Pero, ¿a quién quería engañar? Era mentira. La habría amado igual.”
“Si alguien me hubiera advertido de lo que dolía el amor, hubiera evitado enamorarme de ella. Pero, ¿a quién quería engañar? Era mentira. La habría amado igual.”
“No tiene ningún sentido hacerse ahora esas preguntas, lo sé. Pero las preguntas no lo saben. Ellas llegan sin avisar, sin informarse antes de si lo hacen en el momento adecuado. Quieren que uno se ocupe de ellas, sea cual sea el momento en que se presentan. Yo ya me he acostumbrado a tratarlas bien. Les contesto que no sé. A veces les digo también que creo que no, que no habría cambiado nada. Tal vez lo hubiera hecho otro, y a lo mejor –o incluso probablemente –habría salido todo pero si yo hubiera salido corriendo. Eso siempre las tranquiliza un poco.”
“Aunque todavía detesto a quiénmantenga la idea de que el amor es lo más maravilloso que existe, pues me aventuraría a afirmar que aquel que lo inventó y dijo ‘esto es amor’ no había pasado por la etapa de la ruptura, y si lo hubiera hecho, las cosas serían muy diferentes ahora.”
“Si él estuviera en mi lugar y yo en el suyo, aunque le odiara con un odio que convirtiera mi vida en hiel, nunca hubiera levantado la mano contra él. [...] nunca le hubiera echado de su compañía, mientras ella la deseara. En el momento en que el afecto desapareciera, yo le hubiera arrancado el corazón y bebido su sangre. Pero hasta entonces [...] me hubiera dejado morir a pedazos antes de tocar un solo pelo de su cabeza.”
“NOVIA. ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos.”