“Con sus ojos grandes y llenos de miedo, suavemente tira de mi mano y la pone ensu pecho sobre su corazón, en la zona prohibida. Su respiración se acelera. Sucorazón está bombeando un frenético, pulsante latido bajo mis dedos. No quita sus ojos de mí; su mandíbula está tensa, sus dientes apretados.Jadeo. ¡Oh mi Cincuenta! Me está dejando tocarlo. Y es como si todo el aire de mis pulmones se ha vaporizado, ido. La sangre está latiendo en mis oídos cuando elritmo de mi corazón aumenta para igualar el suyo.Él deja ir mi mano, dejándola en su lugar sobre su corazón. Flexiono levemente misdedos, sintiendo la calidez de su piel bajo la tela de su camiseta. Está sosteniendoel aliento. No puedo soportarlo. Intento mover mi mano.—No —dice rápidamente y pone su mano una vez más sobre la mía, presionandomis dedos contra él—. No.”