“Los libros cautivan porque le ahorran al lector el problema de vivir. Los libros se declaran por nosotros, recorren la noche por nosotros. Entran donde el lector no se atrevería a entrar, espían donde el lector cerraría los ojos. Sufren lo que el lector sería incapaz —porque la lectura lo ha embotado— de sufrir. Aunque seguramente ese lector, al momento de morir, morirá menos que quien ha sufrido en carne propia.”