“-[...]-Geralt -dijo Stregobor-, cuando escuchábamos a Eltibaldo muchos de nosotros teníamos dudas. Pero decidimos escoger el mal menor. Ahora soy yo el que te pide una elección similar.-El mal es el mal, Stregobor- afirmó serio el brujo mientras se levantaba-. Menor, mayor, mediano, es igual, las proporciones son convenidas y las fronteras son borrosas. No soy un santo ermitaño, no siempre he obrado bien. Pero si tengo que elegir entre un mal y otro, prefiero no elegir en absoluto.[...]”
“—Las intenciones no importan. Es por el resultado final por el que somos juzgados. El mal en nombre del bien sigue siendo el mal. Y cuando bailas con el diablo rara vez puedes escoger la melodía.”
“—Hasta ahora, señorita, el mal siempre ha prevalecido sobre el bien.—Otro sofisma. ¿De dónde saca semejante barbaridad?—Yo no saco nada, señorita: es la tranquila comprobación de la historia. Abra usted la historia de Oncken por cualquier página y no encontrará más que guerras, degüellos, conspiraciones, torturas, golpes de estado e inquisiciones. Además, si prevalece siempre el bien ¿por qué hay que predicarlo? Si por su naturaleza el hombre no estuviera inclinado a hacer el mal ¿por qué se lo proscribe, se lo estigmatiza, etc.? Fíjese: las religiones más altas predican el bien. Más todavía: dictan mandamientos, que exigen no fornicar, no matar, no robar. Hay que mandarlo. Y el poder del mal es tan grande y retorcido que se utiliza hasta para recomendar el bien: si no hacemos tal y tal cosa nos amenazan con el infierno.—Entonces —gritó la señorita González Iturrat— según usted hay que predicar el mal.—Yo no he dicho eso, señorita. Lo que pasa es que usted se ha excitado mucho y ya no me escucha. El mal no hay que predicarlo: viene solo.”
“Los hombres se desconocen el el bien y se aman en el mal. El bien es la hipocresia. El mal es el amor. La inocencia es el amor del pecado.”
“¿Era perversidad o simplemente malicia? Nosotros creemos que las naturalezas ricas y poderosas, son aquellas que, semejantes al árbol de la ciencia, causan a la vez el bien y el mal, doble rama, florida siempre, y siempre fecunda, cuyos buenos frutos saben distinguir los que tienen hambre de ellos, y cuyos nocivos frutos matan a los inútiles y parásitos por haberlos comido, lo cual no es un mal tan grave.”
“El Merkel de siempre. Es editorialista de un gran periódico, y a menudo escribe artículos de tono apocalíptico, que pretenden ser tomados en serio y en ocasiones lo merecen incluso. Mal afeitado y tembloroso por las mañanas, pero siempre elegante al atardecer, y dotado de un humorismo que se enciende al mismo tiempo que los faroles.”