“-Haces que merezca la pena que mi corazón continúe latiendo- Susurró contra mi cuello. Alcé la cabeza y lo miré a los ojos.-Y tú que el mío dejara de hacerlo.”
“Angelo frunce el ceño y me mira con una expresión que espero, por la memoria de mi padre y la gloria de mi madre, que no sea de pena, porque entonces sí que me lo cargo.”
“Ya instalada, miré a mi alrededor y no pude reprimir un suspiro de satisfacción respaldado por los rayos de sol blancos y calientes que invadían el lugar. ¿Puede haber una sensación más excitante (y atemorizante a la vez, lo reconozco) para una mujer que el sentirse fuera del alcance de los demás, de los cercanos que la aman pero que simultánea y sutilmente la ahogan?”
“La noche se avecina, ahora empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto. Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Entrego mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche, durante esta noche y todas las que estén por venir.”
“—Cahal…—Chist. —Él pegó su frente a la de ella—. No quería perder ni un momento más, Miz.Necesitaba unirte a mí así. Cuando estuve con Freyja entendí que no había un don más importante que el don de poder amarte y pertenecerte; cuidarte y respetarte el resto de mis días. Ese es el mayor poder que tengo, y me lo has otorgado tú. Así que, no quería quedarme con los dioses porque la única diosa a la que debo mi adoración y mi vida, es a ti, sitíchean. La diosa de mi corazón.”
“Quería salvarme de la droga que contamina el cuerpo y las venas y no de la otra, la que entra por debajo y por los ojos, la que se enquista en el corazón y lo corroe, la maldita droga que los más ingenuos llaman amor, pero que es tan nociva y mortal como la que se consigue en las calles envuelta en paqueticos.”