“No conocía la melodía, que era «hogar, dulce hogar», pero sabía que estaba diciendo:«Vuelve, Wendy, Wendy, Wendy» y exclamó entusiasmado:-Señora, jamás volverá a ver a Wendy, porque la ventana está cerrada.Volvió a atisbar para ver por qué se había interrumpido la música y entonces vio que la señora Darling había apoyado la cabeza en la caja del piano y que tenía dos lágrimas en los ojos.«Quiere que abra la ventana», pensó Peter, «pero no lo haré, no señor.»Volvió a asomarse y las lágrimas seguían allí, u otras dos que habían ocupado su lugar.-Quiere muchísimo a Wendy-se dijo. Entonces se enfadó con ella por no darse cuenta de por qué no podía tener a Wendy.La razón era tan sencilla:-Yo también la quiero. No podemos tenerla los dos, señora.”