“Quizás el hombre que elige el mal es en cierto modo mejor que aquel a quien se le impone el bien,”
“Algunas veces no es grato ser bueno, pequeño 6655321. Ser bueno puede llega a ser algo horrible. Y te lo digo sabiendo que puede ser una afirmación muy contradictoria. ¿Qué quiere Dios, el bien o que uno elija el camino del bien? Quizás el hombre que elige el mal es en cierto modo mejor que aquel a quien se le impone el bien.”
“Pero hermanos, este morderse las uñas acerca de la causa de la maldad es lo que me da verdadera risa. No les preocupa saber cuál es la causa de la bondad, y entonces, ¿por qué quieren averiguar el otro asunto? Si los liudos (individuos) son buenos es porque les gusta, y ni se me ocurriría interferir en sus placeres, así que lo mismo deberían hacer en el otro negocio. Y yo soy cliente del otro negocio.”
“Bueno, que me cuelguen si no es ese gordo maloliente, el cabrón Billy y toda la porquería. ¿Cómo estás, botellón de aceite de cocina barato? Acércate, que te daré una en los yarblocos, si es que los tienes, eunuco grasiento.”
“Los hombres se desconocen el el bien y se aman en el mal. El bien es la hipocresia. El mal es el amor. La inocencia es el amor del pecado.”
“El mejor juego es aquel en el que no te das cuenta de que estas jugando.”
“Oh, era suntuoso, y la suntuosidad hecha carne. Los trombones crujían como láminas de oro bajo mi cama, y detrás de mi golová las trompetas lanzaban lenguas de plata, y al lado de la puerta los timbales me asaltaban las tripas y brotaban otra vez como un trueno de caramelo. Oh, era una maravilla de maravillas. Y entonces, como un ave de hilos entretejidos del más raro metal celeste, o un vino de plata que flotaba en una nave del espacio, perdida toda gravedad, llegó el solo de violín imponiéndose a las otras cuerdas, y alzó como una jaula de seda alrededor de mi cama. Aquí entraron la flauta y el oboe, como gusanos platinados, en el espeso tejido de plata y oro. Yo volaba poseído por mi propio éxtasis, oh hermanos.”