“Para que sirve el conocimiento sino para compartirlo, difundirlo, multiplicarlo? Aquel que goza y se viste con las joyas del saber, y no arriesga su estabilidad para compartirlo, no merece ninguna de las dos.”
“El Tiempo no tiene una sino sus muchas ruedas. Una rueda para las criaturas de corazón lento, y otra para las de corazón apresurado. Ruedas para las criaturas que envejecen lentamente, ruedas para las que se hacen viejas con el día.”
“Continué viéndola y aún la recuerdo así: soberbia y mendicante, inclinada hacia el brazo que sostenía la valija, no paciente, sino desprovista de la comprensión de la paciencia, con los ojos bajos, generando con su sonrisa el apetito suficiente para seguir viviendo, para contar a cualquiera, con un parpadeo, con un movimiento de la cabeza, que esta desgracia no importaba, que las desgracias sólo servían para marcar fechas, para separar y hacer inteligibles los principios y los finales de las numerosas vidas que atravesamos y existimos”
“Yo creo que ser de clase media en un país con más de 50 millones de pobres es ser privilegiado. Y los privilegiados tienen la obligación de regresar algo al país que les ha permitido obtener esa posición. Porque, ¿para qué sirve la experiencia, el conocimiento, el talento, si no se usa para hacer de México un lugar más justo? ¿Para qué sirve el ascenso social si hay que pararse sobre las espaldas de otros para conseguirlo? ¿Para qué sirve la educación si no se ayuda a los demás a obtenerla? ¿Para qué sirve la riqueza si hay que erigir cercas electrificadas acada vez más altas para defenderla? ¿Para qué sirve ser habitante de un país si no se asume la responsabilidad compartida de asegurar vidas dignas allí?”
“Es indudable que hoy se lee más que antes. ¿Se lee mejor? Lo dudo. La distracción es nuestro estado habitual. No la distracción del que se aleja del mundo para internarse en el secreto y movedizo país de su fantasía, sino la de aquel que está siempre fuera de sí, perdido en la mediocre e insensata agitación cotidiana. Mil cosas solicitan a la vez nuestra atención y ninguna de ellas logra retenernos; así la vida se nos vuelve arena entre los dedos y las horas humo en el cerebro. ”
“[…]Dijo Mary Pickford que las películas deben tener un desenlace alegre para las ciudades, y uno triste para las aldeas. El desenlace de nuestros espectáculos es el que corresponde a la aldea.Lo que la ‘Novia de América’ no vio es el embrutecimiento imperialista de Sudamérica por las comedias musicales norteamericanas. En ellas se nos dan, fundidos, el arte más consumado con la estolidez moral y literaria más insultante. […] El cine debe ser interpretado en calidad de producto internacional, standard, hecho para todos los países del globo, con escenas movibles de quitar o poner, Según los diferentes mercados de consumo. Se trata, como es natural, de productos envasados para el expendio libre. El condimento patético o moral se usa según las distancias al ecuador, y las películas que destinan a nuestras gentes, traen en cierto modo las especies que gustamos. Ignoro qué cantidad de moralina se emplea para Buenos Aires. […] El cine puede servir de experiencia de arte y vida, pero también puede mutilar con traumas incurables los órganos de perfeccionamiento y vigorización del alma. (E.M.E., 1940)”