“Los sueños no. Una vez que aparecen ya tú no te liberas, no puedes volver a guardarlos dondequiera que estuviesen. Porque en algún sitio estaban y yo no lo sabía. Intenso que vuelvan a ese sitio. Es inútil.”
“... si no es posible regresar a los sitios de los que has partido, no es porque los sitios cambien, sino porque cambias tú. Como ya no eres la misma persona, no puedes ver las cosas igual que antes.”
“Si eres pequeño y aquello de lo que te evades es grande (¿no han tenido nunca este sueño?), el único escondrijo posible es algún reducto muy pequeño en el que la cosa grande no pueda entrar. Pero lo malo es que tienes que quedarte ahí, en ese sitio tan pequeño, y a veces hasta encogerte para retroceder más aún. Estoy cansado de ese sitio tan pequeño. Estoy hasta los putos huevos de ese sitio tan diminuto. Estoy harto de que me miren sin yo enterarme. Estoy harto de todas esas ausencias.”
“Aunque moverse duela como una enfermedad. La mirada se detiene en los rostros que murmuran y no puedes oír lo que están diciendo porque en tu cabeza, el estruendo de los gritos es demasiado fuerte. Aun así, deja que te tiren del brazo y que te suban al coche, y sigues. Porque puedes cuando alguien te dice que puedes.”
“Además tú también arriesgas tu vida y es algo que he aceptado. ¿Crees que no me duele el saber que puedo perderte? —alzó al vista—. Porque esa sí es una posibilidad. Morirás en combate y tengo miedo, pero eso es lo que eres. Yo no interfiero con lo que deseas, no interfieras tú en lo que yo quiero.”
“No podía evitar experimentar ese escalofrío que nos invade al llegar el amanecer, que es, a su modo, como un cambio de marea (...) cualquiera que alguna vez, al estar cansado y, por decirlo de algún modo, atado a su sitio haya experimentado ese cambio de atmósfera puede creerlo.”