“Las cosas nunca son como a primera vista las figuramos, y así ocurre que cuando empezamos a verlas de cerca, cuando empezamos a trabajar sobre ellas, nos presentan tan raros y hasta tan desconocidos aspectos; tal pasa con las caras que nos imaginamos, con los pueblos que vamos a conocer, que nos los hacemos de tal o de cual forma en la cabeza, para olvidarlos repentinamente ante la vista de lo verdadero.”
“Incluso la peor de las situaciones, si en tal nos hallamos, se descompone en elementos simples entre los cuales habrá algunos a los que asirse, como las ramas de un arbusto que creciese en la costa, para oponer resistencia a los remolinos que nos tiran hacia el fondo. Esa grieta, ese islote y esa rama nos mantienen en la superficie de la existencia.”
“Hay que cumplir con la tarea de vivir de tal forma que cuando nos vayamos, hasta el dueño de la funeraria lo sienta.”
“Las cosas hermosas, las obras de arte, los objetos sagrados, sufren, como nosotros, los efectos imparables del paso del tiempo. Desde el mismo instante en que su autor humano, consciente o no de su armonía con el infinito, les pone punto y final y las entrega al mundo, comienza para ellas una vida que, a lo largo de los siglos las acerca también a la vejez y a la muerte. Sin embargo, ese tiempo que a nosotros nos marchita y nos destruye, a ellas les confiere una nueva forma de belleza que la vejez humana no podría siquiera soñar en alcanzar.”
“Las dos nos quedamos ahí paradas en la acera, con las manos a nuestros lados, sin saber qué decir. Oigo el aullido de los niños vecinos en los aspersores. Pienso en mí y Melanie cuando éramos más jóvenes, en la plataforma de clavado en la piscina en México. Siempre nos tomábamos de la mano mientras saltábamos, pero en el momento en que nadábamos de vuelta a la superficie, nos habíamos soltado. No importa cuánto tratábamos, una vez que empezábamos a nadar, siempre nos soltábamos. Pero después de que llegábamos a la superficie, nos gustaba salir de la piscina, trepábamos las escaleras de la plataforma, nos agarrábamos las manos, y lo hacíamos de nuevo.Estamos nadando separadas ahora. Lo entiendo. Tal vez es lo que tienes que hacer para mantenerte flotando. ¿Pero quién sabe? Tal vez un día, salgamos, agarremos nuestras manos y saltemos de nuevo.”
“Fue terrible ver cómo iba muriendo día a día sin que, los que podían, hiciesen algo por evitarlo. La impotencia me sublevaba. Cuando todavía estaba bien, o al menos no tan mal como las últimas semanas, antes de que lo trasladasen a la enfermería, hablamos mucho. Conversábamos sobre nuestra tierra, desempolvábamos recuerdos, contábamos anécdotas del frente nos lamentábamos del desenlace de la contienda. No sólo habíamos perdido la guerra, también habíamos perdido la libertad, las ilusiones, los sueños, la posibilidad de ser felices. Cuando el abatimiento nos vencía jugábamos a recordar momentos agradables, con todo lujo de detalles y con los ojos cerrados, para vivir la ilusión de que estábamos en ese otro lugar y no entre las paredes de una cárcel.”