“Todos vivimos en un infierno, Elena, todos, pero no le pasamos la factura a nadie. ¿Sabes por qué? Porque cada uno de nosotros elige su propio infierno, aquel en el que se encuentra más cómodo. Sé que a veces desprecias mi afición al dinero y que te has desligado por completo de mis negocios, de nuestros negocios, porque también son tuyos. Pues bien, gracias a esos negocios puedo costearme los infiernos que quiero y no ando por ahí contándole a nadie de mis desgracias. Lo que te ocurre a ti es que todavía ignoras en qué infierno quieres vivir. Averígualo, date el tiempo que necesites y cuando lo sepas dímelo. Creo que podré pagártelo por caro que resulte. Entretanto, procuremos tener un poco de calma, por favor.”