“Tú, tú, extraña, criatura celeste, a ti es a quien amo como a mí mismo. Tú, pobre y oscura, pequeña y sencilla, eres quien quiero que me acepte por esposo.”
“No, esto no es irrelevante. Tú me quieres tanto como yo te quiero. Y yo todo lo que quiero es a ti.”
“¡Oh, Vida! ¡Nada deseo, porque te tengo! ¡Soy Vida! Contigo siempre, siempre... Lo que Tú no eres no es; ¡el deseador es imbécil! ¡Imbécil, que posee un tesoro y se angustia por un centavo falso! ¡Hideputas ideólogos, conferenciantes, escritores, filósofos, teólogos! ¡Sólo Tú, sólo existes Tú y todo eres Tú, amor mío, que eres yo mismo! ¡Te tengo tan cerca! ¡Aquí te tengo! ¡Estoy reposando en Ti, sobre Ti, dentro de Ti! ¡Eres yo mismo, amor mío!...”
“Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...”
“Porque cuando ves esos cuadros tú también quieres verte así, quieres creer que eres una criatura completamente distinta a las demás, sin igual, particular y extraña.”
“Dijiste que me odiabas.- Lo sé. Necesitaba alguien a quien odiar, y eres al que más amo, por lo que eso cayó sobre ti.”