“De alguna manera, a pesar de que era un poco amargada y enojona, todas estas personas habían decidido que era digna de su amor. Cualquiera de ellos estaba dispuesto a mirar más allá de todo, o quizás no estaba tan jodida como pensaba que estaba.O quizás era un poco de ambos.”
“Había dos maneras de mirarla: imaginando que estaba lejos y era grande, o creyendo que era pequeña y estaba cerca.”
“Sabía que era depresiva, que entraba y salía de las crisis de ansiedad como quien lo hace de los bares, que su equilibrio mental era bastante inestable, que de equilibrio tenía poco o nada, que era impulsiva, que tenía un carácter melancólico, que no acababa de sentirse a gusto en ningún lado... Pero ya había desistido de tratar de entender el porqué de todo esto, si era aquello enfermedad o simple rasgo de personalidad, si era muy creativa, imaginativa en exceso o sencillamente maníaco-depresiva. Ya no intentaba explicarse a sí misma en términos lógicos.”
“Lo peor de todo era que Karris realmente se sentía agradecida. Un poco. Hijo de perra.”
“Mi sentido de la iniciativa, la cualidad que me había llevado a ser lo que era, estaba agonizando poco a poco. Las dosis mínimas de alcaloides me paralizaban la voluntad, pero peor aún era esa sensación de impotencia y desesperanza. Pensaba ya que así era el mundo, que nunca cambiaría, que al fin y al cabo esto no era tan terrible, que uno siempre podía entrar en trance ante una hermosa pantalla o emborracharse con Gaseosa, o probar una de esas cápsulas verdes que pasaban de mano en mano con diversas consignas. Los muchachos esperarían con agrado el día de cobro.”
“Llamar a Vikki una cualquiera o una perra era como llamar a alguien la Duff. Era insultante y doloroso, y era uno de esos títulos que solo alimentaban un miedo interno que toda chica debió tener de tiempo en tiempo. Sucia, perra, mojigata, idiota. Eran todos lo mismo. Toda chica se siente como si una de estas etiquetas sexistas la haya descrito hasta cierto punto.”