“¿Qué es peor, el infierno o la nada? Quema los museos, límpiate el culo con la Mona Lisa, para que al menos Dios aprenda tu nombre.”
“−¿Peor que los gritos?−Mucho peor −dijo, asintiendo con la cabeza−. Mira, en una discusión, al menos, sabes qué es lo que está pasando. O tienes una idea. El silencio es... Puede ser cualquier cosa. Es tan...−Tan ensordecedor... −terminé por él [...].−Exactamente.”
“La sintonía es algo que tiene que ver con la música. O peor aún, con los circuítos. El amor, en cambio, es cuando no respiras, cuando es absurdo, cuando echas de menos, cuando es bonito aunque esté desafinado, cuando es locura...”
“Los españoles también abusan de las expresiones fuertes. Frente a ellos el mexicano es singularmente pulcro. Pero mientras los españoles se complacen en la blasfemia y la escatología, nosotros nos especializamos en la crueldad y el sadismo. El español es simple: insulta a Dios porque cree en él. La blasfemia, dice Manchado, es una oración al revés. El placer que experimentan muchos españoles, incluso algunos de sus más altos poetas, al aludir a los detrimentos y mezclar la mierda con lo sagrado se parece un poco al de los niños que juegan con lodo. […] El "hijo de la chingada" es el engendro de la violación, del rapto o la burla. SI se compara esta expresión con la española, "hijo de puta", se advierte inmediatamente la diferencia. Para el español la deshonra consiste en ser hijo de una mujer que voluntariamente se entrega, una prostituta; para el mexicano, es ser fruto de una violación.”
“el infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.”
“—Las almas muertas solo sueñan con la muerte —dijo el resucitador al emperador—. Los sueños insignificantes son para los hombres insginificantes. La vida es la que se expande para llenar los mundos.”