“Lo tocó como nunca antes se había atrevido a hacerlo, acariciando su cuerpo con la punta de los dedos muy, muy suavemente, recorriendo la piel levantada como una mujer ciega leyendo braille.”
“Fue como si viera tu alma en las notas, en la música, y fue hermoso. —Se acercó acariciando suavemente la piel de su pómulo y sus cabello con el reverso de la mano. —Vi ríos, barcos, flores, todos los colores del cielo nocturno.”
“...bajo la capa de crueldad que lo cubría, se asustaba y se horrorizaba ante su propia violencia (...). Un monstruo (...) que de vez en cuando se negaba a comportarse como tal. Y cuando una bestia dejaba de actuar como lo es ¿dejaba de serlo? (...) Esa noche (...) había demasiadas preguntas y muy pocas respuestas.”
“A su lado, la mujer que lo había devuelto a la vida lloraba de felicidad, porque sabía que la pesadilla había terminado y ella ya no tendría que vivir como una hija de la noche nunca más. Y sonreía, y soñaba con la nueva vida que los aguardaba al final de la travesía, en una bella finca en Italia, junto al mar, con mucho sol. Mucho sol.”
“El ardor de ese beso no los abandonó en muchos días y llenó de fantasmas delicados sus noches, dejando su recuerdo en la piel, como una quemadura. La alegría de ese encuentro los transportaba levitando por la calle, los impulsaba a reír sin causa aparente, los despertaba sobresaltados en la mitad de un sueño. Se tocaban los labios con las puntas de los dedos y evocaban exactamente la forma de la boca del otro.”
“Él le confesó que nunca se había atrevido a montar."Temo tanto a los caballos como a las gallinas," dijo."Es una lástima, porque la incomunicación con los caballos ha retrasado la humanidad," dijo Abrenuncio. "Si alguna vez la rompiéramos podríamos fabricar el centauro.”