“Algunos de nosotros dedicamos la vida entera a mantener oculto un secreto, a salvo de quienes intentan entrometerse y atesorándolo como si fuera una perla, solo para acabar descubriendo que se nos escapa cuando menos lo esperamos, revelado por un destello de miedo en los ojos cuando nos pillan desprevenidos, por un dolor repentino, rabia u odio, o por una vergüenza que lo consume todo.”
“Hay momento que definen nuestra existencia, momentos que, si los reconocemos, suponen un giro definitivo en nuestra vida. Como perlas en un hilo, la acumulación de tales momentos, con el tiempo, constituyen la esencia de nuestra existencia, proporcionándonos consuelo cuando nuestro fin se acerca.”
“Todo el mundo tiene algún secreto. Como hace una ostra con un grano de arena, lo enterramos a gran profundidad en nuestro interior y lo cubrimos con capas opalescentes, como si eso pudiera curar nuestra herida mortal.”
“Mis sentidos se acostumbraron a ese bosque de traiciones y engaños, poblado por depredadores bien alimentados que la rodeaban como una manada de lobos a su presa.”
“Créeme, no hay gran dolor, grandes arrepentimientos, grandes recuerdos. Todo se olvida, incluso los grandes amores. Esto es lo que existe a la vez triste y exaltador en la vida. Hay solo cierta manera de ver las cosas, que surge de vez en cuando. Por esto es bueno a pesar de todo haber tenido un gran amor, una pasión desgraciada en su vida. Esto constituye por lo menos una coartada para las desesperaciones sin razón que nos agobian.”
“Por otra parte, el diablo no aparecía siempre como una figura repulsiva, sino como un reflejo de la propia conciencia. La culpa nacía de lo que había dejado de hacerse –la vida no vivida– y no de lo que se había hecho. Así, más que por la imagen misma, la angustia era provocada por el vacío en que había caído la existencia como en un pozo interminable […] Dante decía que no hay mayor dolor que en los tiempos de infelicidad recordar los tiempos felices, Quizá no es menor el dolor de imaginar la dicha que nos negó nuestro temor a vivir.”
“En el caso de la mayoría de los seres, los contactos más ligeros y superficiales bastan para contentar nuestro deseo, y aún para hartarlo. Si insisten, multiplicándose en torno de una criatura única hasta envolverla por entero; si cada parcela de su cuerpo se llena para nosotros de tantas significaciones trastornadoras como los rasgos de un rostro; si un solo ser, en vez de inspirarnos irritación, placer o hastío, nos hostiga como una música y nos atormenta como un problema; si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a sernos más indispensables que nuestro propio ser, entonces tiene lugar el asombroso prodigio en el que veo, mas que un simple juego de la carne, una invasión de la carne por el espíritu”