“—Eso es absurdo, Reyes. No podría matarte. Eres más fuerte que yo, y... y sabesluchar y todo ese rollo.—Cuando llegue el momento..., y llegará, hazlo rápido. —Me ofreció una sonrisapoco convencida—. No vaciles, Holandesa. No titubees ni un segundo.”
“Luego clavó su mirada ardiente en mí y ladeó la cabeza con interés—. Holandesa. —Me ofreció una última mirada, una mirada llena de promesas y deseo, antes de retroceder y cerrar la puerta.Nos quedamos las tres allí de pie, con la mandíbula por los suelos. La tía Lil fue la primera en recuperarse. Me dio un leve codazo y dijo con un cacareo alegre:—Chicas, creo que deberíais hacer más pastelitos de chocolate de esos, porque ese muchacho parece hambriento.”
“—Si te encuentran, tendré que exterminar tu fuerza vital para cerrar el portal.Me invadió una sensación de terror. —¿Y eso qué significa? Apretó los labios contra mi frente y cerró los ojos. —Significa que tendré que matarte.”
“Luego se casó con mi madrastra y todo cambió. Ella descubrió enseguida que yo era un bicho raro. Todo empezó cuando me enganché a las telenovelas mexicanas.”
“—Luego, tal vez tú y yo podríamos ir dando un paseo hasta esa cafetería de allí y tomarnos algo.—No eres mi tipo.Maldita fuera. A veces pasaba. En fin, ¿qué podía hacer una chica en esos casos?—De acuerdo, ¿vas a dejarnos pasar?—Me gustan más… verdes.—Por-fa-vor. —Saqué mi último billete de veinte—. Ahora sí que me has dejado tiesa.Me lo arrancó de los dedos y abrió la puerta.”
“Observé el salpicadero de Misery. Estar con ella me reconfortaba un poco, pero notanto como mi sofá. Y en ese momento me di cuenta. Me di cuenta de una atrocidad quehabía pasado por alto durante años. Nunca le había puesto nombre a mi sofá. ¿Cómo habíasido capaz de hacerle eso? ¿Cómo había sido tan insensible? ¿Tan fría y egoísta?¿Y qué nombre le pondría? Era un asunto importante. Muy importante. El muebleno podía ir por la vida con un nombre que no encajara con su personalidad.Abrumada por la extraña sensación de alivio que me proporcionaba tener un nuevoobjetivo en la vida, volví a poner a Misery en marcha. Ya me preocuparía más tarde por lode ser una gallina clueca. Ahora debía encontrar un nombre para mi sofá.”
“—Tienes que dejar de pensar como una humana —sugirió Angel.—No me estás ayudando. Busca a Reyes.—Estoy aquí —dijo Reyes desde un rincón—. Viendo cómo te patean el culo. Otravez.Su gruesa túnica negra ondulaba a mi alrededor, lo que no mejoraba en absoluto elsúbito balanceo del mundo. Sin duda se trataba del Reyes incorpóreo. Los Beecher no loveían.—Haz algo —le dije a Reyes cuando conseguí librarme de las manos de Dewey porsegunda vez.—¿Puedo romperle el cuello a la vieja?—No.—¿Y a él?Eso tuve que pensármelo.”