“¿Estás segura?—Absolutamalditamente.Confirmado. Estaba como un cencerro.Se volvió en redondo, enfadado, con ese gruñido gutural que solía provocarme un placentero estremecimiento a lo largo de la columna vertebral.—Eres la persona más tozuda…—¡¿Yo?! —exclamé, incrédula—. Que ¿yo soy tozuda?Ya lo creo. Lo mejor era encerrarme y tirar la llave.De pronto, se plantó delante de mí.—Como una mula.—¿Porque no quiero que te suicides? ¿Por eso soy tozuda?Bajó la cabeza hasta detenerla a escasos centímetros de la mía, aunque no le veía el rostro.—Absolutamalditamente.¡Plagiador! Apreté los dientes.”
“¿Podrías decirlo una vez? —suplicó—. Como dicen que hace la gente.El corazón de Eleanor latió con la fuerza de las alas de un águila y la elevó a lo más alto mientras se lo decía:—Te amo, Will Parker.Will sintió una punzada de dolor y bajó la cabeza porque nadie le había preparado para eso, nadie le había dicho: «Cuando ocurra, resucitarás. Dejarás de ser lo que fuiste. Serás lo que no eras.» Se precipitó hacia ella y hundió la cara en su pecho.—Oh, Dios mío… —gimió, abrazado con fuerza a ella—. Oh, Dios mío.Elly le sujetó la cabeza como si fuera un niño que se despertaba de una pesadilla.—Te amo —le susurró en el pelo con lágrimas en los ojos.—Oh, Elly, yo también te amo —dijo con la voz entrecortada—, pero tenía tanto miedo de que nadie pudiera amarme. Creía que tal vez era imposible que alguien lo hiciera.”
“Busco la perfección. Por eso es tan difícil. –¿Un amor perfecto? –¡No! No pido tanto. Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo.Vuelves jadeando y me lo ofreces. «Toma, Midori. Tu pastel de fresa», me dices. Y te suelto:«¡Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!». Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero.–No creo que eso sea el amor -le dije con semblante atónito.–Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes -replicó Midori-. Para las chicas, a veces esto tiene una gran importancia. –¿Arrojar pasteles de fresa por la ventana?–Sí. Y yo quiero que mi novio me diga lo siguiente: «Ha sido culpa mía. Tendría que haber supuesto que se te quitarían las ganas de comer pastel de fresa. Soy un estúpido, un insensible. Iré a comprarte otra cosa para que me perdones. ¿Qué te apetece? ¿Mousse de chocolate? ¿Tarta de queso?». –¿Y qué sucedería a continuación?–Pues que yo a una persona que hiciera esto por mí la querría mucho.”
“Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.”
“— Estaba por aquí y punto.—Y yo que pensaba que erais atentos y encantadores.Frunció el ceño.—¿De quienes hablas?—De los caballeros de brillante armadura, esos que salvan a las damiselas en apuros. —Me calle. Creo que me había dado un golpe en la cabeza.—Yo no soy tu caballero andante.—Lo sé —susurré.”
“Ya sabes cómo suceden las cosas -prosiguió-. Va una por la vida de una manera insípida, aburrida, y entonces, de pronto, un rostro se destaca de la muchedumbre de conocidos, un rostro al que estás segura de reconocer, como si fuera el rostro de un amigo aunque nunca lo hayas visto. Casi parece como si te encontraras de pronto con alguien a quien anduviste buscando mucho tiempo, y a quien recuperas con gran alegría. Bueno, pues los amigos son así... Son muy pocos, sin duda, aunque después de todo son esos pocos los que de verdad importan. A los amigos así no los pierdes, por mucho que estén ausentes, o incluso... muertos.”