“Si al principio no lo consigues, puede que el fracaso sea lo tuyo.”
“Lo que no mata... será mejorque sepa correr a toda velocidad.(Camiseta)”
“¿Estás segura?—Absolutamalditamente.Confirmado. Estaba como un cencerro.Se volvió en redondo, enfadado, con ese gruñido gutural que solía provocarme un placentero estremecimiento a lo largo de la columna vertebral.—Eres la persona más tozuda…—¡¿Yo?! —exclamé, incrédula—. Que ¿yo soy tozuda?Ya lo creo. Lo mejor era encerrarme y tirar la llave.De pronto, se plantó delante de mí.—Como una mula.—¿Porque no quiero que te suicides? ¿Por eso soy tozuda?Bajó la cabeza hasta detenerla a escasos centímetros de la mía, aunque no le veía el rostro.—Absolutamalditamente.¡Plagiador! Apreté los dientes.”
“—Tienes que dejar de pensar como una humana —sugirió Angel.—No me estás ayudando. Busca a Reyes.—Estoy aquí —dijo Reyes desde un rincón—. Viendo cómo te patean el culo. Otravez.Su gruesa túnica negra ondulaba a mi alrededor, lo que no mejoraba en absoluto elsúbito balanceo del mundo. Sin duda se trataba del Reyes incorpóreo. Los Beecher no loveían.—Haz algo —le dije a Reyes cuando conseguí librarme de las manos de Dewey porsegunda vez.—¿Puedo romperle el cuello a la vieja?—No.—¿Y a él?Eso tuve que pensármelo.”
“¿Estás enamorada de él?—¿De quién? —pregunté, perdida en el ardor del éxtasis que se acumulaba entremis piernas.—Del tío del psiquiátrico.—¿De Donovan? —pregunté sin aliento.—Si lo estás, tienes que alejarme de ti. —Enterró los dedos en mi cabello y me echóla cabeza hacia atrás, sobre su hombro, con una determinación implacable—. Tendrás quehacerlo. Todavía soy lo bastante fuerte para dejarte. —Gimió cuando deslicé la mano sobresu erección una vez más. Me sujetó la muñeca y volvió a mirarme a los ojos con unaexpresión de advertencia—. No yaceré contigo si amas a otro.”
“Somos enemigos, Holandesa. Unaprincesa y un peón, cada uno en bandos opuestos. —Esbozó una de sus sensuales sonrisastorcidas—. Se sentirían bastante decepcionados si supieran lo bien que nos llevamos.”