“Es fácil que quejarnos de nuestros políticos. Nuestros problemas se resumen con frecuencia en una frase: nuestra clase política no está a la altura de las circunstancias. Sin embargo, los ciudadanos comunes tampoco estamos a la altura de los retos que enfrentamos. Nosotros elegimos a nuestros gobernantes, o simplemente no votamos, con lo cual menos aún podemos quejarnos. En general participamos poco en los asuntos públicos, empezando porque solemos estar mal informados. Además, somos corresponsables de muchos de los actos de corrupción de nuestros políticos. Somos ciudadanos quejosos, pero poco exigentes y muy tolerantes con todo tipo de abuso. En general no cumplimos ni con nuestras obligaciones constitucionales mínimas.”