“Para que un tedio como ése llegue a Icamole se requiere de la complicidad de autor, correctores, editores, impresores, libreros y hasta lectores; eso sin contar a la pareja del escritor, que le dice sí, mi vida, tú sí escribes bien bonito. Delincuencia organizada, dice él”
“Se equivoca; las mujeres necesitamos otra información sobre un hombre como ése. No conocemos la calidez de su voz, si conversa mirando a los ojos, si su abrazo nos hace sentir pequeñas. A una mujer no le interesa un hombre que necesita ser rescatado. Como empleado, tal vez, concluye, pero para amar a un hombre, el alma buena es lo de menos.”
“Hay juegos que debemos tomar en serio, como el poquer, ahi hay dinero de por medio. Pero la guerra? Es un chiste.”
“dice eso antes, sobre los accidentes, sobre no saber nunca cuando uno es un giro en la carretera y cuando se trata de un tenedor, sin saber que tu vida está cambiando, hasta que ya sucedió.”
“Por desgracia, él no se conformaba con besarme, siempre quería meterme la mano por debajo del jersey. Yo no se lo permitía porque pensaba que ya había tiempo para eso. Una opinión que él no compartía. Por eso, en una fiesta de confirmandos, metió la mano debajo del jersey de otra, justo delante de mis ojos. Y el mundo que yo conocía acabó en aquel momento.”
“Un hombre que se enamora es siempre un imbécil elevado al cubo. Cuando se tratra de un individuo genial, ese individuo escribe La Divina Comedia (caso Dante Alighieri) y le amarga la vida para siempre a la humanidad. Y, por el contrario, cuando se trata de un hombre vulgar, ese hombre hace oposiciones a Hacienda, se casa en la Parroquia (caso Juan Sánchez) y se amarga la vida para siempre a sí mismo.”
“Hay mil podando las ramas del mal por uno que golpea en la raíz, y puede que aquel que otorgue la mayor cantidad de tiempo y de dinero a los necesitados sea el que más haga con su modo de vida para producir la miseria que trata de aliviar en vano. Sería como el piadoso dueño de esclavos que dedica las ganancias del décimo esclavo a comprar la libertad de un domingo para los demás. Algunos muestran su amabilidad con los pobres empleándolos en sus cocinas. ¿No serían más amables si se emplearan allí a sí mismos? Os jactáis de gastar la décima parte de vuestros ingresos en la caridad; tal vez deberíais gastar las nueve décimas partes y acabar con ella. La sociedad recupera entonces sólo una décima parte de la propiedad. ¿Se debe a la generosidad del que la posee o a la negligencia de los oficiales de justicia?”