“Cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado.Y uno de los niños, con los ojos muy abiertos, le preguntó:-Pero... ¿Cómo sabías que adentro de aquella piedra había un caballo?”
“Cuando el jardín de la memoria comienza a secarse -le había dicho Celâl una de aquellas noches-, uno tiembla con amor por los últimos árboles y rosales que le quedan. Los riego y los acaricio de la mañana a la noche para que no se sequen: ¡recuerdo, recuerdo que no quiero olvidar! ”
“La sonrisa le había transfigurado el rostro, los ojos le brillaban de simple alegría, un milagro se había operado en aquel semblante invariablemente serio y severo. Laura se preguntó cómo había sido capaz de temerle en ocasiones anteriores.”
“Sigo teniendo ante mis ojos a Teresa, sentada en un tocón, acariciando la cabeza de Karenin y pensando en la debacle de la humanidad. En ese momento recuerdo otra imagen: Nietzsche sale de su hotel en Turín. Ve frente a él un caballo y al cochero que lo castiga con el látigo. Nietzsche va hacia el caballo y, ante los ojos del cochero, se abraza a su cuello y llora.Esto sucedió en 1889, cuando Nietzsche se había alejado ya de la gente. Dicho de otro modo: fue precisamente entonces cuando apareció su enfermedad mental. Pero precisamente por eso me parece que su gesto tiene un sentido más amplio. Nietzsche fue a pedirle disculpas al caballo por Descartes. Su locura (es decir, su ruptura con la humanidad) empieza en el momento en que llora por el caballo.Y ése es el Nietzsche que yo quiero, igual que quiero a Teresa, sobre cuyas rodillas descansa la cabeza de un perro mortalmente enfermo. Los veo a los dos juntos: ambos se apartan de la carretera por la que la humanidad, «ama y propietaria de la naturaleza», marcha hacia adelante.”
“En el mismo comienzo del Génesis está escrito que Dios creó al hombre para confiarle el dominio sobre los pájaros, los peces y los animales. Claro que el Génesis fue escrito por un hombre y no por un caballo. No hay seguridad alguna de que Dios haya confiado efectivamente al hombre el dominio de otros seres. Más bien parece que el hombre inventó a Dios para convertir en sagrado el dominio sobre la vaca y el caballo, que había usurpado.”
“La Madre de Dios tenía siempre el dedo índice levantado cuando yo me sentaba delante, en el banco de los niños. Pero la expresión de su rostro era amable, y yo no le tenía miedo. Todo el tiempo llevaba el mismo vestido largo azul claro y tenía unos labios rojos muy bonitos. Y un día que el cura dijo que los lápices de labios se hacen con sangre de pulga y de otros bichos repugnantes, me pregunté por qué la Madre de Dios que había en el altar lateral se pintaría los labios. También se lo pregunté al cura, que me golpeó las manos con su regla hasta ponérmelas rojas y me mandó en seguida a casa. Estuve varios días sin poder mover los dedos.”