“La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será.”
“Hay muertes, y será mejor que entendáis algo: que mueren algunas personas que no deberían morir. Preparaos, pues. Esto no es un cuento infantil. A mí nadie me lo advirtió y la culpa fue mía (dentro de poco entenderéis por qué os lo digo), y el error fue mío, de manera que no quiero que os pase lo mismo. Mueren algunas personas que no deberían morir, y la razón es ésta: la vida no es justa. Olvidaos de todas las tonterías que os dicen vuestros padres. Acordaos de Morgenstern. Seréis mucho más felices.”
“Es una mera ficción eso de que no existe un puente de unión entre una y otra gente, y que todos viven en la soledad y la incomprensión. Por lo contrario, lo que la gente tiene en común con los demás es algo más grande e importante de lo que cada ser humano tiene por naturaleza y lo que lo distingue de los demás.”
“La muerte de Ramón sólo fue una ínfima muestra de lo que la muerte podía hacer a nuestro alrededor, azuzada por el látigo del odio. Empezábamos a perder la juventud, lo mismo que un día nos fue arrebatada la inocencia de la niñez.”
“Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo, y del momento aquél, el único en que se es diosa. Una mujer es la historia de lo pequeño, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. Una mujer es siempre la historia de muchos hombres. Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y de su origen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior, para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre.Pero también es la historia de una conciencia y de sus luchas interiores. También una mujer es la historia de su utopía.”
“En una ocasión le dije a un editor que cuando escribes un libro debes conseguir que el lector se enamore del personaje principal, que odie a su enemigo de la misma forma que él lo hace, y que llore cuando muere quién no lo merece. Lo que olvidé decirle entonces, debido a mis escasos años e inocencia, fue que el amor es y será siempre el tema por excelencia en una novela, y si lo unes a la venganza, la muerte, y el pasado, puedes crear una bomba de relojería a punto de explotar.”