“Si es cierto que yo te maté, persígueme. Se asegura que la víctima persigue a su asesino. Hazlo, pues, sigueme, hasta que me enloquezcas. Pero no me dejes solo en este abismo. ¡no puedo vivir sin mi vida! ¡no puedo vivir sin mi alma!”
“¡Oh, Dios mío, es inconcebible! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir si mi alma!”
“-No puedo vivir sin ti-Sí que puedes.-Puedo pero no quiero”
“¿Es amor? No lo sé. No creo en el amor. Creo en la necesidad. Necesito comer para alimentarme, y si ella no está conmigo, si está enfadada, si no la veo, no puedo comer. Necesito respirar para vivir, y cuando pienso que ella no está conmigo, que está lejos, con otra persona, no puedo respirar. Necesito dormir, y si ella no está a mi lado, no puedo cerrar los ojos. En definitiva, necesito que esté a mi lado, que sea feliz, que me necesite como yo la necesito a ella para poder vivir.”
“...pero con el tiempo descubrí que no sirve de nada tratar de cambiar las cosas y que lo mejor que puedo hacer es limitarme a vivir la vida en paz, sin pensar en el mañana.”
“Dijiste que yo te había matado, ¡pues entonces persígueme! Las víctimas persiguen a sus asesinos.”