“Un día, en cierto brusco movimiento, el esquife dio media vuelta y sir Patricio cayó al lago. Sabía nadar y era hombre sereno así es que, al encontrarse en el agua, sacó su pipa y pretendió llenarla de tabaco, pensando que alcanzaría la orilla nadando únicamente con las piernas.Por desgracia, había olvidado que el reúma tenía sus piernas inmovilizadas.Y lord Brums se quedó en el fondo del lago hasta que lo sacaron once días después, envuelto en líquenes y mucho más muerto de lo que conviene a un hombre que tiene cierto interés en seguir viviendo.”
“El soberbio cree que se basta a sí mismo, cree que su valor, su precio en el mercado, proviene del dominio de una habilidad, de una profesión o de un conjunto de facultades.El soberbio semeja al periodista que piensa que es su aptitud para encontrar y referir noticias lo que le hace periodista y no el medio en que trabaja, y piensa que una noticia escrita por él en un periódico de un pueblo vale tanto como esa noticia escrita por otro periodista menos hábil en un periódico de difusión nacional. Semeja al biólogo y al pintor que piensan que es su inteligencia y su habilidad para el dibujo lo que les hace buenos y que son buenos al margen de sus laboratorios, sus galeristas, su momento histórico, sus relaciones sociales. Edmundo había aprendido que las relaciones se miden por metros de garaje con telares abandonados, como también sabía que la inteligencia, el arte o la competencia profesional no era un pájaro, no venían a posarse sobre los individuos para que al fin en un laboratiorio médico contratasen precisamente al individuo que tenía el pájaro de ser competente, útil, imaginativo. No le necesitaban a él sino a uno como él, y sería lo mismo en Décima como fue lo mismo en Matesa o con Jimena, o en el laboratiorio, o en la Universidad de Navarra. No a él sino a uno como él, a uno que rellenara el hueco, que cumpliera la función.”
“El Alquimista cogió un libro que alguien de la caravana había traído. El volumen estaba sin las tapas, pero logró identificar su autor: Oscar Wilde. Mientras lo hojeaba, encontró una historia sobre Narciso. El Alquimista conocía la leyenda de Narciso, un hermoso muchacho que todos lod días iba a contemplar su propia belleza en el lago. Estaba tan fascinado por sí mismo, que un día cayó dentro del lago y murió ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor a la que llamaron narciso. Pero no era así como Oscar Wilde ponía fin a la historia. Él decía que cuando Narciso murió, vinieron las Oréiadas-diosas del bosque- y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce, en un cántaro de lágrimas saladas. - Por qué lloráis?- preguntaron las Oréiadas. - Lloro por Narciso,- respondió el lago. - Oh, no nos extraña que lloréis por Narciso- prosiguieron diciendo ellas-. Al gin y al cabo, a pesar de que todas nosotras le perseguíamos siempre a través del bosque, vos erais el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza. - Entonces, ¿era bello Narciso?- preguntó el lago. - ¿Quién sino vos podría saberlo?- respondieron, sorprendidas, las Oréiadas-. Después de todo, era sobre vuestra orilla donde él se inclinaba todos los días. El lago quedóse inmóvil unos instantes. Finalmento dijo: - Lloro por Narciso, pero nunca me habñia dado cuenta de que Narciso fuese bello. - Lloro por Narciso porque cada vez que él se recostaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, mi propia belleza reflejada. Qué historia tan hermosa- dijo el Alquimista.”
“Él tenía razón, y ahora lo veo más claro que nunca. El tiempo no tiene suficientes días para separarnos.Sé que algún día volveremos a estar juntos. En el cielo, en el infierno, en la tierra o en las profundidades del océano. El lugar es lo de menos.”
“En el mismo comienzo del Génesis está escrito que Dios creó al hombre para confiarle el dominio sobre los pájaros, los peces y los animales. Claro que el Génesis fue escrito por un hombre y no por un caballo. No hay seguridad alguna de que Dios haya confiado efectivamente al hombre el dominio de otros seres. Más bien parece que el hombre inventó a Dios para convertir en sagrado el dominio sobre la vaca y el caballo, que había usurpado.”
“Es lo habitual en esos lugares; se juzga excéntrico al hombre de verdad, porque las facultades no son más que centros que cuidan de una clase media sin personalidad, de esa clase media que tiene su perfecta expresión en las inmediaciones de las universidades, en esas hileras de casas de gente acomodada, con céspedes y un televisor en cada sala de estar con todo el mundo pensando lo mismo al mismo tiempo, mientras los Japhy del mundo merodean por el yermo, para escuchar la voz que clama en el desierto, para descubrir el éxtasis de las estrellas para dar con el misterioso y sombrío secreto del origen de la crapulosa civilización sin rostro ni fantasía.”