“—Aunque por otro lado pienso que no debería verte nunca. Pero te veré porque te necesito.”
“Llega el día en que te miras al espejo y no eres el que te esperabas. Sí, porque el espejo es la forma más cruel de la verdad. No te reflejas como eres realmente. Querrías que tu imagen se correspondiese con quién eres por dentro y que los otros al verte pudieran saber en el acto si eres sincero, generoso, simpático... pero resulta que nunca se puede prescindir de las palabras ni de los hechos. Tienes que demostrar quién eres. Lo bonito sería que uno pudiera mostrarse sin más. Todo sería más sencillo.”
“Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado.”
“Te daría mi corazón, pero lo necesito para vivir tanto como te necesito a ti.”
“—También te amo —dijo él, retrocediendo después de un momento—. Creo que te he amado desde hace meses. Nunca he creído en el amor a primera vista, pero sí creo en el destino. Cada situación de mierda que has tenido que superar te trajo hasta aquí. Nunca he sentido esto por nadie, y es porque he estado esperando por ti, no lo sabía hasta que llegaste aquí.”
“Voy a pasar eso por alto, Z. Pero sólo porque sé cuánto te gusta que te golpeen, y no estoy de humor para hacerte feliz.”