“Luego clavó su mirada ardiente en mí y ladeó la cabeza con interés—. Holandesa. —Me ofreció una última mirada, una mirada llena de promesas y deseo, antes de retroceder y cerrar la puerta.Nos quedamos las tres allí de pie, con la mandíbula por los suelos. La tía Lil fue la primera en recuperarse. Me dio un leve codazo y dijo con un cacareo alegre:—Chicas, creo que deberíais hacer más pastelitos de chocolate de esos, porque ese muchacho parece hambriento.”