“«En el bosque de los corazones dormidos solo cuenta el tiempo en que se ama porque, en realidad, es el único vivido»”
“(...) ¿qué era el tiempo si nadie podía medirlo, si nada podía acusar su paso? El tiempo solo se mostraba en las hojas secas, en las heridas que cicatrizaban, en la carcoma que devoraba, en el óxido que se extendía, y en los corazones que se cansaban. Si nadie estaba allí para señalarlo, el tiempo no era nada, absolutamente nada.”
“Los científicos e individuos de finales del siglo veinte son altamente creyentes, tanto como los científicos de antaño, lo único que ha cambiado es el objeto de su fe, los tradicionales creían en principios universales que regían el cosmos visible e invisible, enseñanzas y técnicas trasmitidas de generación en generación por hombres que se dedicaban a la concentración, la meditación y el estudio, que vivían en el bosque o en monasterios y templos apartados del dinero y del ruido. Los científicos actuales creen con la misma intensidad que sus antepasados, pero no en esos principios metafísicos y universales que les parecen supercherías, sino en el poder de medicaciones químicas, aunque se retiren años después; en el poder de protección de vacunas y antibióticos... en el poder del dinero para crear la realidad más falsa de todas por definición... y en definitiva en el Sistema que es quien les ha creado, quien les mantiene y el que un día les fagocitará.”
“Habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte.”
“Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”
“...lo económico por necesidad toma lugar en el tiempo, es decir, es temporal. Dicho de otro modo, los hechos o datos o acontecimientos que el economísta utiliza para sus fines ocurren todos en el tiempo, en el tiempo histórico. No hay, en efecto, diferencias de naturaleza entre el carácter temporal de un evento que sucedió hace veinticuatro horas y uno que sucedió hace dos siglos. Ambos son perfectamente fait accompli. Queda, desde luego, la actitud que suele provocar -en no pocos- el tiempo más contemporáneo, de discutir los hechos y sus consecuencias como si no estuvieran ya consumados, y sólo porque se tiene información acerca de las opciones que estaban abiertas y que no se adoptaron.”