“Cuando se nos enseñó a mirar con atención rincones y trozos insignificantes de la ciudad con el ojo fotográfico -una caja de fósforos junto a la rueda de un coche, un pedazo de puerta al sol, una pierna que sube la escalera-, comprendimos que nuestros ojos están ciegos.No nos sirven nada mas que como lazarillos para cruzar las calles, no tropezar con otros y ganarnos la vida.”
“[…]Dijo Mary Pickford que las películas deben tener un desenlace alegre para las ciudades, y uno triste para las aldeas. El desenlace de nuestros espectáculos es el que corresponde a la aldea.Lo que la ‘Novia de América’ no vio es el embrutecimiento imperialista de Sudamérica por las comedias musicales norteamericanas. En ellas se nos dan, fundidos, el arte más consumado con la estolidez moral y literaria más insultante. […] El cine debe ser interpretado en calidad de producto internacional, standard, hecho para todos los países del globo, con escenas movibles de quitar o poner, Según los diferentes mercados de consumo. Se trata, como es natural, de productos envasados para el expendio libre. El condimento patético o moral se usa según las distancias al ecuador, y las películas que destinan a nuestras gentes, traen en cierto modo las especies que gustamos. Ignoro qué cantidad de moralina se emplea para Buenos Aires. […] El cine puede servir de experiencia de arte y vida, pero también puede mutilar con traumas incurables los órganos de perfeccionamiento y vigorización del alma. (E.M.E., 1940)”
“La buena educación de los hijos es una obligación y deber moral de los padres, no una condición que se cumple para quedar bien con el mundo mostrando prueba de sacrificio por ellos.”
“Y, al igual que ocurre con nuestras vidas, la mayor parte de las veces es por otros por quienes nos enteramos del significado de la ciudad en la que vivimos.”
“¿Que se ha hecho de la tierra que nos habia sido dada para crecer y creer y ser libres como un juego?. La que veíamos y nos devolvia el poder de mirarla, que nos hacía señas al otro lado de la noche y la tristeza." - La Canción de Nosotros.”
“A su lado, la mujer que lo había devuelto a la vida lloraba de felicidad, porque sabía que la pesadilla había terminado y ella ya no tendría que vivir como una hija de la noche nunca más. Y sonreía, y soñaba con la nueva vida que los aguardaba al final de la travesía, en una bella finca en Italia, junto al mar, con mucho sol. Mucho sol.”
“Continué viéndola y aún la recuerdo así: soberbia y mendicante, inclinada hacia el brazo que sostenía la valija, no paciente, sino desprovista de la comprensión de la paciencia, con los ojos bajos, generando con su sonrisa el apetito suficiente para seguir viviendo, para contar a cualquiera, con un parpadeo, con un movimiento de la cabeza, que esta desgracia no importaba, que las desgracias sólo servían para marcar fechas, para separar y hacer inteligibles los principios y los finales de las numerosas vidas que atravesamos y existimos”