“Méndez, con gesto de ententido, pidiò otra copita de orujo gallego para amenizar la paella. El camarero se la sirviò con gesto de desearle un entierro pomposo, concurrido y lo màs inmediato posible.”
“Allí el colmo de la varguardia era el moreno revenido del chulito playa con camisa polo de cuello subido, y la versión femenina de taconazos, minifalda cinturón y escote exuberante con todo tipo de tatuajes sugerentes. Aquí se llevaba más la peluca de tirabuzones y el rollo polvo de arroz estilo Drácula para la cara, acabado con el esnifado de rapé para ellos, lo mismo pero con escotes de vértigo para ellos. En lo de los escotes no había habido poco cambio. Y en lo del esnifado, en el siglo XXI el rapé había quedado obsoleto.”
“Hay frases que no se dicen para ser recordadas, sino por el placer de ver los ojos de quienes las escuchan. Hay afirmaciones que se hacen con la intención de provocar un gesto de asentimiento, negaciones que buscan la aprobación del otro; la complicidad surge de compartir instantes que no pueden evocarse.”
“El tiempo de la espera es a la vez azul y gris, se nos llena de cielos y de brumas. Soñamos con lo posible y tememos lo indeseado, los dos se esconden tras el presente, pero sólo ansiamos el goce del deseo cumplido.”
“- Que quieres de ese hombre?- pregunto de repente la nodriza.- La verdad - respondio el general.- Conoces muy bien la verdad.- No la conozco - dijo el en voz ata, sin preocuparse por el servicio, que habia interrumpido abajo la colocacion de las flores y miraba hacia arriba. Volvieron a bajar la mirada inmediatamente, con un gesto mecanico y continuaron con sus quehaceres- La verdad es precisamente lo que no conozco.- Pero conoces la realidad- observo la nodriza con un tono agudo, casi agresivo.- La realidad no es lo mismo que la verdad- respondio el general- La realidad son solo detalles.”
“Un hombre bajito y de lentes, mal afeitado y con el pelo grasiento comía chocolate a su lado. Su bata médica estaba manchada de mostaza, salsa criolla y una cosa marrón, pero mantenía en los hombros limpios para disimular en su blancura la caspa que nevaba de su cabeza.-Soy Faustino Posadas, médico legista.Le extendió una mano manchada de chocolate, que el fiscal estrechó. Luego lo llevó por un pasadizo oscuro lleno de dolores. Algunas personas se acercaban gimiendo, pidiendo ayuda, pero el médico las derivaba con un gesto a la primera sala, con la enfermera, por favor, yo sólo veo muertos.”