“Una tarde, cuando todos dormían la siesta, no resisitó más y fue a su dormitorio. Lo encontró en calzoncillos, despierto, tendido en la hamaca que había colgadio de de los horcones con cables de amarrar barcos. La impresionó tanto su enorme desnudez tarabiscoteada que sintió el impulso de retroceder. «Pedone», se excuso. «No sabía que estaba aquí.» pero apago la voz para no despertar a nadie. «Ven acá», dijo él. Rebeca obedeció. Se detuvo junto a la hamaca, sudando hielo, sintiendo que se le fromaban nudos en las tripas, mientras José Arcadio le acariciaba los tobillos con la yema de los dedos, y luego las pantorrillas y luego los muslos, murmurando: «Ay, hermanita; ay, hermanita» Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojo de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre.”

Gabriel Garcia Marquez

Gabriel Garcí­a Márquez - “Una tarde, cuando todos...” 1

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“Harper se acercó a mí con un propósito en la mirada, y con un último vistazo hacia Art, cruzó. No vi el dolor y el miedo que había sufrido durante todos esos años. No la viaterrorizada, y tampoco vi la pesadilla que había sido su estancia en el hospital psiquiátrico.Lo que vi fue cómo su padre la cogía y se la subía a los hombros mientras ella le señalabala ruta a seguir a través de los árboles que había en la parte trasera de la propiedad. Vi a su perro, un golden retriever llamado Sport, que le lamió los dedos hasta que ella no pudo soportar las cosquillas. Y vi el primer beso que le dio Art. Ella estaba en el instituto, viendo uno de los partidos de baloncesto en los que él participaba. Art se había lesionado y estaba en el vestuario. Harper corrió a ver cómo estaba. Estuvo a punto de desmayarse al ver el enorme bulto del brazo que tenía sujeto al costado, donde el hueso casi atravesaba la piel.Art se había tapado los ojos con el otro brazo para ocultar su angustia. Harper se acercó y, antes de que se diera cuenta de lo que ocurría, él le rodeó la cabeza con la mano y tiró de ella hasta que sus labios se unieron.Y luego cruzó.Ese toque romántico, la agonía del amor perdido, fue mi perdición.”

Darynda Jones
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“No había dejado de desearla un solo instante. La encontraba en los oscuros dormitorios de los pueblos vencidos, sobre todo en los más abyectos, y la materializaba en el tufo de la sangre seca en las vendas de los heridos, en el pavor instantáneo del peligro de muerte, a toda hora y en todas partes. Había huido de ella tratando de aniquilar su recuerdo no sólo con la distancia, sino con un encarnizamiento aturdido que sus compañeros de armas calificaban de temeridad, pero mientras más revolcaba su imagen en el muladar de la guerra, más la guerra se parecía a Amaranta. Así padeció el exilio, buscando la manera de matarla con su propia muerte...”

Gabriel Garcia Marquez
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“Lo tocó murmurando la letra, con el violín bañado en lágrimas, y con una inspiración tan intensa que a los primeros compases empezaron a ladrar los perros de la calle, y luego los de la ciudad, pero después se fueron callando poco a poco por el hechizo de la música, y el valse terminó con un silencio sobrenatural. El balcón no se abrió, ni nadie se asomó a la calle, ni siquiera el sereno que casi siempre acudía con su candil tratando de medrar con las migajas de las serenatas. El acto fue un conjuro de alivio para Florentino Ariza, pues cuando guardó el violin en el estuche y se alejó por las calles muertas sin mirar hacia atrás, no sentía ya que iba la mañana siguinte, sino que se había ido desde hacía muchos años con la disposición irrevocable de no volver jamás.”

Gabriel Garcia Marquez
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“¿Podrías decirlo una vez? —suplicó—. Como dicen que hace la gente.El corazón de Eleanor latió con la fuerza de las alas de un águila y la elevó a lo más alto mientras se lo decía:—Te amo, Will Parker.Will sintió una punzada de dolor y bajó la cabeza porque nadie le había preparado para eso, nadie le había dicho: «Cuando ocurra, resucitarás. Dejarás de ser lo que fuiste. Serás lo que no eras.» Se precipitó hacia ella y hundió la cara en su pecho.—Oh, Dios mío… —gimió, abrazado con fuerza a ella—. Oh, Dios mío.Elly le sujetó la cabeza como si fuera un niño que se despertaba de una pesadilla.—Te amo —le susurró en el pelo con lágrimas en los ojos.—Oh, Elly, yo también te amo —dijo con la voz entrecortada—, pero tenía tanto miedo de que nadie pudiera amarme. Creía que tal vez era imposible que alguien lo hiciera.”

LaVyrle Spencer
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“‎La verdad es un cuchillo afilado, la verdad es una llaga incurable, la verdad es un ácido corrosivo. Por esto durante los días de su juventud y de su fuerza, el hombre huye de la verdad hacia las casas de placer y se ciega con el trabajo y con una actividad febril, con viajes y diversiones, con el poder y las destrucciones. Pero viene un día en que la verdad lo atraviesa como un venablo y ya no siente más el júbilo de pensar o trabajar con sus manos, sino que se encuentra solo, en medio de sus semejantes, y los dioses no aportan ningún alivio a su soledad.”

Mika Waltari
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