“En las noches de tormenta, con los truenos me doy cuenta de que existo”

Gabriela Margall

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“Libertad, libertad, libertad. A Santiago se le revolvían las tripas. Esa gente no sabia nada de libertad. Don Pascual tenía razón, las palabras estaban hechas de aire. La libertad, en cambio, estaba hecha de carne y sangre...”


“Mi querida prima de ojos azules:Hoy amanecí loca, y como todas las personas fastidiosas y tontas, he decidido obsequiarte con mi locura y mis disparates; yo sé que será una lata horrible, pero ya no se puede remediar nada porque ya empecé la carta y te la pienso mandar.Ante todo, siento ganas de hablar contigo sobre versos y poemas, pero no aquí, en la ciudad llena de bullicio, entre las calles plenas de algarabía, sino allá, en Los Teques, en el pueblo dulce y bueno con su iglesia blanca y tibia, con su plaza festiva.¿Cómo estás? ¿Cómo tienes el pelo? ¿Muy rubio? ¿El pelo de oro y diamantes como el de las princesas encantadas y las ninfas del día? Di que lo tienes rubio porque el sol te regaló uno de sus más claros destellos y los crisantemos decidieron perfumártelo y engalanártelo con el mejor de sus perfumes. ¿Te fijas? ¡No puedo hablar sin salir a buscar frases tontas y barbaridades!Reciban besos y abrasos de la poetisa:Ida y Vuelta”


“No cuesta imaginar a esta porteña diplomática de veinticinco años, enfundada en su inmenso abrigo de piel, caminando por las veredas del parque Gorki, a orillas de sus lagos, del canal del río y por los empinados senderos. No cuesta imaginar el orgullo que sintió y la emoción de lo familiar ante tanta extrañeza, la primera vez que escuchó el Himno Nacional de Venezuela en un acto público (le fascinaba contarlo), así como el agotamiento y malestar que padeció durante los nueve meses que estuvo en Moscú.”


“Fue mi madre quien me dio a conocer el espíritu sureño en sus más íntimos y delicados aspectos. Mi madre creía que también las flores y los animales soñaban. Cuando éramos pequeños, al llegar la noche, antes de acostarnos, adoptaba su voz de narradora para contarnos que los salmones soñaban con desfiladeros y con oscuros rostros de oso pardo que se cernían sobre el agua cristalina de los rápidos. Los zorros, decía, soñaban que hundían sus colmillos en las espinillas de los cazadores. Mientras dormían, las águilas pescadoras se veían lanzando sus emplumados cuerpos en largas caídas en picado, a cámara lenta, sobre los bancos de arenques. Había amenazadoras alas de búho en las pesadillas de los armiños, lobos del bosque acercándose contra el viento en el reposo nocturno de los alces. Pero jamás llegamos a saber con qué soñaba ella, pues mi madre nos mantuvo siempre al margen de su vida interior. Sabíamos que las abejas soñaban con rosas, que las rosas soñaban con las pálidas manos de las floristas y que las arañas soñaban con polillas atrapadas en sus telas plateadas. Como hijos suyos, fuimos depositarios de los deslumbradores cánticos de su imaginación, pero no sabíamos que las madres soñaran.”


“Arropo con avaricia los sentimientos que me dio el mundo femenino, laúnica magia que vale la pena practicar. Son los de un tímido, por ello me heconvertido en el limosnero que cuenta y recuenta cada noche sus monedas.”


“a conclusão de que não há abismo, e que a infância não pára de desenvolver-se e crescer, é um novo princípio de realidade, de morte, de velhice: eu não deixo de viver no mundo interior e exterior das metamorfoses flutuantes; é já dia, mas a noite que conduz a esperança no pensamento, e sobre si própria, não acabou.”