“Siempre dije que mi mente era mi peor enemiga... que nadie podría hacerme más daño del que podría hacerme yo misma. Pero creí morir cada vez que alguna de las personas que amaba me abandonaba.”
“Incluso sin tratarlo, Perséfone contaminó cada faceta de mi vida y cada persona a la que amaba. Como una hermana más joven, cuyas únicas cosas eran heredadas, todo lo que tenia olía a ella, y nada alguna vez iba a hacer que el olor desapareciera.”
“Kat, no voy a hacerte daño —me hablaba con suavidad, pero había un matiz de rabia en su voz mientras intentaba que me tranquilizara sin hacerme daño—. Nunca podría hacerte nada malo.”
“No podrías estar más cerca de mi corazón que ahora.”
“- ¿Es un sueño entonces? ¿O es que... es real?Ella me dió un envase de macarrones, junto con una mirada que sólo mi madre podría hacer.- ¿Hay alguna regla que yo no conozca que diga que no se puede hacer ambas cosas a la vez?”
“Le dije que me gustaba, y quedé insatisfecha.La verdad era que a veces no me gustaba nada, pero no podía vivir sin ella.Le dije que la quería, pero también quiero a mi perro.Después le dije que la amaba, pero mi incomodidad fue mayor aún [...]decidí prescindir del lenguaje, entonces me acusó de no querer comunicarme.Desde hace unos años, sólo existe el silencio.Encuentro, en él, una rara ecuanimidad:la de los placeres solitarios.”