“Al salir, el vuelo de las campanas y la lluvia de pétalos que los recibió en el atrio, pusieron el punto final al lienzo que Brunilda y Julián habían ido bordando a lo largo de esos meses en que la duda, la desconfianza, el miedo, la pasión y por fin la entrega, los condujeron al hallazgo del tesoro más valioso: un amor forjado en la realidad y no en mera ilusión, un sentimiento que sabía tanto de penurias como de valentía.Un amor verdadero.”
“Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.”
“El mundo que tenemos que buscar es un mundo en el cual el espíritu creador esté vivo, en el cual la vida sea una aventura llena de alegría y de esperanza, basada más en el impulso de construir que en el deseo de guardar lo que poseemos y de apoderarnos de lo que poseen los demás. Tiene que ser un mundo en el cual el cariño pueda obrar literalmente, el amor esté purgado del instinto de la dominación, la crueldad y la envidia hayan sido disipadas por la alegría y el desarrollo ilimitado de todos los instintos constructivos de la vida y la llenen de delicias espirituales. Un mundo así es posible; espera solamente a que los hombres quieran crearlo.”
“Quería salvarme de la droga que contamina el cuerpo y las venas y no de la otra, la que entra por debajo y por los ojos, la que se enquista en el corazón y lo corroe, la maldita droga que los más ingenuos llaman amor, pero que es tan nociva y mortal como la que se consigue en las calles envuelta en paqueticos.”
“así como se atribuía al género humano un instinto de reproducción, debía atribuírsele otro más definido y apremiante, que era el instinto de matar cucarachas, y que si éstas habían logrado escapar a la ferocidad humana era porque se habían refugiado en las tinieblas, donde se hicieron invulnerables por el miedo congénito del hombre a la oscuridad, pero en cambio se volvieron susceptibles al esplendor del mediodía, de modo que ya en la Edad Media, en la actualidad y por los siglos de los siglos, el único método eficaz para matar cucarachas era el deslumbramiento solar.”
“No hay, en el tumulutoso pecho del hombre, una pasión más fuerte que la de imponer su creencia a los otros, Nada puede sacar la raíz de su dicha y llenarla de ira como saber que otro desprecia lo que él venera. [...] No es el amor a la verdad sino el deseo de prevalecer el que opone un barrio a otro barrio y hace que una parroquia premedite la ruina de otra parroquia. Todos prefieren la paz de espíritu y la sujeción de los otros al triunfo de la verdad y la apoteosis de la virtud.”