“No hay que tocar a los ídolos: su dorado se nos queda en las manos”

Gustave Flaubert

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“Mi amistad es como los camellos. En cuanto se pone en marcha ya no hay modo de detenerla.”


“No era feliz, no lo había sido nunca. ¿De dónde venía, pues, aquella insuficiencia, de la vida, aquella instantánea podredumbre de las cosas en que se apoyaba?[...]. Cada sonrisa disimulaba un bostezo de aburrimiento, cada alegría una maldición, cada placer su propio asco, y los mejores besos no dejaban sobre los labios más que un delirio irrealizable de una voluptuosidad más alta.”


“Antes de casarse, Emma se había creído enamorada; pero como la felicidad que hubiera debido resultar de aquel amor no había llegado, pensó que necesariamente debía de haberse equivocado. Y trataba de averiguar qué significaban exactamente en la vida las palabras 'dicha', 'pasión' y 'embriaguez', que tan hermosas le habían parecido en los libros”


“Se conocían demasiado para gozar de aquellos embelesos de la pasión que centuplican su gozo. Ella estaba tan hastiada de él como él cansado de ella. Emma volvía a encontrar en el adulterio todas las soserías del matrimonio”


“¡Qué cosa mejor, en efecto, que estar en casa por la noche con un libro junto al fuego, mientras el viento bate los vidrios y la lámpara se consume!”


“Era la enamorada de todas las novelas, la heroína de todos los dramas, el vago “ella” de todos los volúmenes de versos. Encontraba en sus hombros el color ambarino de la odalisca en el baño, tenía el largo corpiño de las castellanas feudales; se parecía también a la mujer pálida de Barcelona ¡Pero por encima de todo era un ángel!”