“Y ya sentía en su corazón esa docilidad cobarde que es, para muchas mujeres, a la vez el castigo y el precio del adulterio.”
“Toda la amargura de la existencia le parecía servida en su plato, y, con el humo del cocido, subían desde el fondo de su alma algo así como otras bocanadas del hastío”
“Se conocían demasiado para gozar de aquellos embelesos de la pasión que centuplican su gozo. Ella estaba tan hastiada de él como él cansado de ella. Emma volvía a encontrar en el adulterio todas las soserías del matrimonio”
“Entonces seguro de ser amado, no se molestó, e insensiblemente sus maneras cambiaron. Ya no empleaba como antes aquellas palabras tan dulces que la hacían llorar, ni aquellas vehementes caricias...de modo que su gran amor en el que vivía inmersa le pareció que iba descendiendo bajo sus pies...percibió el fango. No quería creerlo; redobló su ternura; y Rodolfo, cada vez menos, ocultó su indiferencia.”
“¡Qué cosa mejor, en efecto, que estar en casa por la noche con un libro junto al fuego, mientras el viento bate los vidrios y la lámpara se consume!”
“León estaba cansado de amar sin resultados; además comenzaba a sentir esa postración que causa en una la repetición de la misma vida, cuando ningún interés la dirige y ninguna esperanza la sostiene.”
“Era la enamorada de todas las novelas, la heroína de todos los dramas, el vago “ella” de todos los volúmenes de versos. Encontraba en sus hombros el color ambarino de la odalisca en el baño, tenía el largo corpiño de las castellanas feudales; se parecía también a la mujer pálida de Barcelona ¡Pero por encima de todo era un ángel!”