“Exactamente lo mismo me pasó, años después con el baile. Mis hermanas eras todas grandes bailarinas, y yo tenía buen oído, como ellas, al menos para cantar, pero cuando ellas me invitaba a bailar, yo ponía el acento del baile donde no era, con una arritmia total, o con el mismo ritmo de las risas de ellas cuando me veían mover los pies.”

Héctor Abad Faciolince

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“El presente y el pasado de mi familia se partieron ahí, con la devastadora muerte de Marta, y el futuro ya no volvería a ser el mismo para ninguno de nosotros. Digamos que ya no fue posible para nadie volver a ser plenamente feliz, ni siquiera por momentos, porque en el mismo instante en el que nos mirábamos en un rato de felicidad, sabíamos que alguien faltaba, que no estábamos completos, y que entonces no teníamos derecho a estar alegres, porque ya no podía existir la plenitud.”


“Vivir simplemente para gozar es una legítima ambición animal. Pero para el ser humano, para el Hommo Sapiens, es contentarse con muy poco. Para distinguirnos de los demás animales, para justificar nuestro paso por la tierra, hay que ambicionar metas superiores al solo goce de la vida.”


“Estoy seguro de que mi papá no padeció la tentación del martirio antes de la muerte de Marta, pero después de esa tragedia familiar cualquier otro inconveniente parecía pequeño, y cualquier precio ya no parecía tan alto como antes. Después de una gran calamidad la dimensión de los problemas sufre un proceso de achicamiento, de miniaturización pues a nadie le importa un pito que le corten un dedo o que le roben el carro si se le ha muerto un hijo.”


“Y todavía hoy, si él estuviera vivo, lloraría al recordarla, tal como mi mamá no ha dejado de llorar, ni ninguno de nosotros, si lo vuelve a pensar, porque la vida, después de casos como este, no es otra cosa que una absurda tragedia sin sentido para la que no vale ningún consuelo.”


“Domínalo y domínate, sigue mandando sobre tu propio cuerpo. Si la euforia se lleva la conciencia de tus actos, si no puedes parar cuando algo te lo indica desde adentro, no te aficiones mucho: Hazlo una vez al año.”


“—En realidad —intervino ella—, todo empezó el día que me tropecé en el hospital con el paciente más irritante del mundo y decidí que tenía que ser sólo para mí. —Eh, yo no lo recuerdo así —contradijo Phillip—. Era yo quien estaba a las puertas de la muerte —la exageración suscitó risas—, cuando me vi atacado sin piedad por una bruja sabelotodo. Kenneth arrugó la frente al ver que Stella, en lugar de darle un capón, se deshacía por dentro y lo besaba en la mejilla con una tierna sonrisa. Curiosos efectos los del amor.”