“-¿Desde cuándo te importa una mierda mi bienestar? Creo que estás confundido en cuanto a la naturaleza de nuestra relación. Tú y yo no nos llevamos bien. Tú eres un monstruo psicópata del control. Pretendes darme órdenes y yo deseo matarte. Soy una idiota insubordinada y cabezota. Te vuelvo loco y tú quieres estrangularme.-¡Una vez! ¡Solo lo intenté una vez!-Una es más que suficiente. La cuestión es que no jugamos limpio. Nosotros...Liberó sus brazos de mis rodillas, me atrajo hacia él, ignorando la daga, y me besó.”

Ilona Andrews

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“-Creo que otorgas demasiado crédito a nuestra relación. -Hice cuanto pude para cambiar de tema-. Yo lo irrito hasta sacar lo peor de él y Curran ha encontrado el modo de darme la lata. Eso es todo.-Quizás tengas razón.-De todos modos, Su Majestad necesita una chica- puedo. Y yo no lo soy.-¿Una chica-puedo? -Andrea enarcó las cejas y yo me incliné sobre el respaldo.-¿Puedo traerle la comida, Su Majestad? ¿Puedo decirle lo fuerte y valiente que es Su Majestad? ¿Puedo quitarle las pulgas, Su Majestad? ¿Puedo besarle el culo, Su Majestad? ¿Puedo... ? -Caí en la cuenta de que Rafael estaba sentado rígidamente, inmóvil como una estatua, con la mirada fija en algún punto sobre mi cabeza-. Está detrás de mí, ¿verdad?Andrea asintió lentamente.- Técnicamente, debería ser podría -dijo Curran, con una voz más grave de lo que recordaba-, ya que estás pidiendo permiso. (...)-Para responder a tu pregunta, sí, puedes besarme el culo. Normalmente, prefiero conservar mi espacio personal, pero tú eres una amiga de la Manada y tus servicios han demostrado ser de utilidad en una o dos ocasiones. Mi única pregunta es, ¿me besarías el culo por obediencia, por acicalamiento o como un preliminar del acto sexual?”


“-¿Cómo has conseguido entrar?- Tengo mis recursos.Caí en la cuenta. Él había reemplazado mi puerta hacía dos meses, porque yo estaba bastante ocupada intentando no morir.- Te quedaste una llave de mi apartamento. Capullo. ¿Cuántas veces has entrado?- De vez en cuando.-¿Por qué?- Para saber que estás bien. Me ahorra el tiempo de sentarme junto al teléfono a esperar una de tus llamadas de auxilio.-No tienes por qué preocuparte: no va a haber más llamadas. Prefiero morirme a llamarte otra vez.-Eso es lo que me preocupa -replicó.(...)-¿Has venido alguna vez mientras dormía?-Ocasionalmente.- Te habría oído.-Trabajas doce horas al día y vienes hecha polvo. Además, soy muy silencioso.(...)-No, no reviso tus cosas. Solo vengo de vez en cuando para asegurarme de que sigues de una pieza. Me gusta saber que estás a salvo, durmiendo en la cama.”


“- ¿Tú crees que soy una bruja, Kai? - Yo creo que tú eres Dana. Y no me importa lo demás”


“Llegaste a mi vida y de repente tuve una verdad a la que aferrarme: que yo te amaba y tú me amabas.”


“-Ya veo... ¿Jim está contigo en este momento?-Sí. Nos lo estamos montando a lo bestia y nos has interrumpido.Colgué.(...)Volvía a sumergirme en el mundo de los sueños, con la almohada eh la cabeza para bloquear el persistente y molesto haz de luz, cuando oí que una llave giraba en la cerradura. La puerta se abrió. La única persona que tenía llave de mi apartamento era el encargado, y nunca entraría sin avisar. Me levanté rápidamente y lancé una patada directa. Mi pie golpeó al intruso en el abdomen, lo que provocó un gemido claramente masculino, y este cayó al suelo. (...)Una mano de acero me agarró el tobillo. Me apoyé sobre la espalda y le propiné una patada en el hombro con toda la fuerza que pude reunir.Volvió a gemir y entonces vi su cara.-¡Curran! -Hubiera preferido a un homicida lunático. Oh, espera...(...)Me envolvió como si fuera un paquete. No podía moverme ni un milímetro.-¡Pensé que eras una especie de maníaco! -gruñí.-Lo soy.-¿Qué estás haciendo aquí?-Busco a Jim en tu cama.-No está aquí.-Ya lo veo.”


“Es una ilusión ingenua creer que nuestra imagen no es más que una apariencia tras la cual está escondido nuestro yo como la única esencia verdadera, independientemente de los ojos del mundo. Los imagólogos han descubierto con cínico radicalismo que es precisamente todo lo contrario: nuestro yo es una mera apariencia, inaprehensible, nebulosa, mientras que la única realidad, demasiado aprehensible y descriptible, es nuestra imagen a los ojos de los demás. Y lo peor es que no eres su dueño. Primero intentas dibujarla tú mismo, después quieres al menos influir en ella y controlarla, pero en vano: basta con una frase malintencionada y te conviertes para siempre en una caricatura tristemente simple.”