“Esteban abrió la puerta y necesitó algunos segundos para ver en la oscuridad. El olor a medicamentos y podredumbre le golpeó la cara un olor dulzón de sudor, humedad, encierro y algo que al principio no identificó, pero que pronto se le adhirió como una peste: el olor de la carne en descomposición.”
“Desde allí vio en un lento remolino, a su madre que saltaba de la cama y vio a su padre detenerla a medio camino y empujarla fácilmente hasta el lecho, y luego lo vio dar media vuelta y venir hacia él, vociferando, y se sintió en el aire, y, de pronto, estaba en su cuarto, a oscuras, y el hombre cuyo cuerpo resaltaba en la negrura le volvió a pegar e la cara,y todavía alcanzó a ver que el hombre se interponía entre él y su madre que cruzaba la puerta, la cogía de un brazo y la arrastraba como si fuera de trapo, y luego la puerta se cerró y él se hundió en una vertiginosa pesadilla”
“También es cierto que se dejó encandilar, como tantos otros, por la engañosa armonía de la derrota, por el encanto y el olor de esas flores que se marchitan hermosas en la imaginación pero que se pudren siniestras en las manos”
“Se detuvo a medio camino para mirar atrás. De pie y temblando en el agua y no de frío porque no hacía ninguno. No le hables. No la llames. Cuando se acercó, él le tendió la mano y ella la tomó. Era tan pálida en el lago que parecía estar ardiendo. Como una luz fosforescente en un bosque tenebroso. Que ardía sin llama. Como la luna que ardía sin llama. Sus cabellos negros flotaban en el agua alrededor, caían y flotaban en el agua. Ella le rodeó el cuello con su otro brazo y miró hacia la luna en el oeste no le hables no la llames y entonces volvió su rostro hacia él. Más dulce por el hurto de tiempo y carne, más dulce por la traición. Grullas que anidaban y se sostenían sobre una pata entre las cañas de la orilla sur habían sacado sus esbeltos picos de debajo de las alas para vigilar. ¿Me quieres?, preguntó ella. Sí, dijo él. Pronunció su nombre. Dios mío, sí, dijo.”
“-Ya veo... ¿Jim está contigo en este momento?-Sí. Nos lo estamos montando a lo bestia y nos has interrumpido.Colgué.(...)Volvía a sumergirme en el mundo de los sueños, con la almohada eh la cabeza para bloquear el persistente y molesto haz de luz, cuando oí que una llave giraba en la cerradura. La puerta se abrió. La única persona que tenía llave de mi apartamento era el encargado, y nunca entraría sin avisar. Me levanté rápidamente y lancé una patada directa. Mi pie golpeó al intruso en el abdomen, lo que provocó un gemido claramente masculino, y este cayó al suelo. (...)Una mano de acero me agarró el tobillo. Me apoyé sobre la espalda y le propiné una patada en el hombro con toda la fuerza que pude reunir.Volvió a gemir y entonces vi su cara.-¡Curran! -Hubiera preferido a un homicida lunático. Oh, espera...(...)Me envolvió como si fuera un paquete. No podía moverme ni un milímetro.-¡Pensé que eras una especie de maníaco! -gruñí.-Lo soy.-¿Qué estás haciendo aquí?-Busco a Jim en tu cama.-No está aquí.-Ya lo veo.”
“...los olores tienen la característica de reproducir tiempos pasados junto con sonidos y olores nunca igualados en el presente.”