“Alina era tan poco aficionada a todas esas fruslerías sobrenaturales como yo. A ambas nos encantaba leer y ver una película de vez en cuando, pero siempre nos decantábamos por los misterios corrientes, las historias de suspense o las comedias románticas, nunca por las extravagancias de lo paranormal.¿Vampiros? ¡Puaj! Muertos, y con eso ya está dicho todo. ¿Viajar en el tiempo? Ja, yo prefiero las comodidades domésticas a tener que andar por ahí con un highlander que parece un armario ropero y tiene los modales de un cavernícola. ¿Hombres lobo? Oh, por favor, ¡que memez! ¿Qué mujer va a querer enrollarse con un hombre que está regido por su perro interior? Como si todos los hombres no lo estuvieran de todas formas, incluso sin el gen licantrópico.”