“Era triste ver cómo su elevada figura se perdía en la oscuridad mientras nos alejábamos, lo mismo que había pasado con las otras figuras de Nueva York y Nueva Orleans: se las veía inseguras bajo los inmensos cielos y todo lo que les rodeaba sumergido en la negrura. ¿Adónde ir? ¿Qué hacer?¿Para qué hacerlo...? Dormir. Pero nuestro grupo de locos se lanzaba hacia delante. [pp. 197]”
“Esos hijo putas han inventado unos plásticos con los que podrían hacer casas que duraran para siempre. Y neumáticos. Los americanos mueren anualmente por millares debido a neumáticos defectuosos que se calientan en la carretera y revientan. Podrían fabricar neumáticos que nunca reventaran. Y lo mismo pasas con la pasta de dientes. Hay un chicle que han ivnentado y no quieren que se sepa porque si lo masticas de niño no tendrás caries en toda tu vida. Y lo mismo la ropa. Pueden fabricar ropa que dure para siempre. Prefieren hacer productos baratos ay así todo el mundo tiene que seguir trabajando y fichando y organizándose en siniestros sindicatos y andar dando tumbos mientras las grandes tajadas se las llevan en Washington y Moscú.”
“Es lo habitual en esos lugares; se juzga excéntrico al hombre de verdad, porque las facultades no son más que centros que cuidan de una clase media sin personalidad, de esa clase media que tiene su perfecta expresión en las inmediaciones de las universidades, en esas hileras de casas de gente acomodada, con céspedes y un televisor en cada sala de estar con todo el mundo pensando lo mismo al mismo tiempo, mientras los Japhy del mundo merodean por el yermo, para escuchar la voz que clama en el desierto, para descubrir el éxtasis de las estrellas para dar con el misterioso y sombrío secreto del origen de la crapulosa civilización sin rostro ni fantasía.”
“La atraía su cara, no por lo hermosa ni lo perfecta sino por lo viril, por lo indiscutiblemente masculina, la frente amplia y despejada las mandíbulas anchas, de huesos marcados, y la barbilla de fuerte presencia. Era imberbe, se veía en la tersura de su piel cobriza, que parecía la de un zagal, aunque a leguas se notaba que había pasado los treinta. ‘¡Qué hermosos ojos!’, pensó, y reconoció que, más allá del increíble gris perla del iris, eran las pestañas, tan pobladas, tan arqueadas, las que hacían de su mirada de las más bonitas que había visto.”
“Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un <>. [pp. 16]”
“¿En qué momento había empezado a perder el control? Ya casi nunca lograba expulsar la sensación de que su pasado se había convertido en un armario cerrado a la fuerza. Uno de esos armarios en donde se han guardado demasiados objetos sin colocar y que hay que abrir con cuidado para que no caiga todo de golpe, las maletas, los zapatos, las equivocaciones.”
“Se sabe que las bicicletas han tratado por todos los medios de remediar su triste condición social. Pero en absolutamente todos los países de la tierra 'está prohibido entrar con bicicletas'. Algunos agregan: 'y perros', lo cual duplica en las bicicletas y en los canes su complejo de inferioridad.”